“PASIÓN” COMO FORMA DE VIDA (Ante la Semana Santa)

PASIÓN” COMO FORMA DE VIDA                  (Ante la Semana Santa)

Hay dos modos de vivir la vida como “Pasión”. Y Jesús vivió los dos. Uno es el célebre y conocido, el que recordamos todos los años “litúrgicamente” con solemnidad, y puede que todos los días cuando miramos la cruz o loconsideramos en nuestro pensamiento o en nuestras palabras: ocurrió en Jerusalén hace casi dos mil años, duró solamente unas horas, y esa Pasión lo convirtió en víctima inocente, en objeto pasivo de burlas y desprecio, en un pelele maltratado y manejado al antojo de sus acusadores y verdugos. Fue una “Pasión” impuesta, injusta, indigna, reveladora de la vileza y de la maldad instalada en el dominio de lo humano y en sus más altas esferas. Es pública, manifiesta y constatable. Jesús vivió así los últimos momentos de su existencia terrena.

El otro modo de vivir la vida como pasión”, por el contrario, ocupó toda su vida. Y no se redujo a dejarse arrastrar por la marea de un odio creciente y destructor, que puso en evidencia los callejones sin salida tanto de nuestro orden social como del religioso cuando sólo pretenden el control, el poder, y la falsa justicia de preservar a toda costa el arbitrario mundo establecido. No unas horas finales, sino toda su vida, cada instante de ella, Jesús vivió “con pasión”, apasionadamente… Pocas veces nos detenemos en esa consideración, porque habitualmente nos fijamos en los hechos concretos que protagonizó, en sus obras y en sus palabras, en la expectación que despertaba, y el influjo y atractivo que acompañaba su paso por la vida de quienes le rodeaban; pero lo indudable y cierto es que a la base de toda esa actividad, y en lo más profundo de su persona, anida una actividad, una fuerza, un “impulso vital”, que puede bien definirse  como una audaz y entusiasta pasión por la vida… pero con una matización fundamental y decisiva: no es pasión “por su propia vida”, por su persona y las experiencias emocionantes que pudiera alcanzar, sino pasión “por entregar esa vida suya”, por ponerla a disposición de los demás, por no reservársela.

Su “pasión por la vida” no es como la nuestra, atraída siempre por esa mezcla de aventura y riesgo que tanto nos seduce y nos incita a buscar lo remoto y lo peligroso, lo más recóndito y lo reservado a unos pocos más atrevidos; esa excitación que nos hace sentir el deseo de experiencias “apasionantes”, o nos lleva a protagonizar gestas, asumir peligros y desafíos, a popularizar insensatamente “la adrenalina”, a ponernos en marcha con rumbos desconocidos o temibles, o a vivir a un ritmo vertiginoso, estimulados, entusiasmados y orgullosos de querer el “más difícil todavía” circense, poniendo en juego nuestra propia seguridad, e incluso la misma vida; cuando, por otro lado, en nuestro día a día no soportamos la más leve amenaza a lo previsto y lo seguro, y reclamamos una sociedad de riesgo cero…

No, el apasionamiento de Jesús no es de ese calibre, no es el de la aventura placentera y el conseguir descubrir, protagonizar y experimentar lo que nadie ha vivido ni descubierto todavía, o lo que sólo algunos audaces han tenido el privilegio de lograr… a no ser que hablemos, simplemente, de la aventura de entregarse y acompañar sin precaución ninguna y sin pretensiones personales a cualquiera, y al descubrimiento impredecible y confiado de ese misterio, mucho más apasionante que cualquier otro, de la persona del prójimo… Ésa sí es su pasión irrefrenable, ésa es su vida… Por eso, más que perderla en la otra Pasión, la final, lo que hace es entregarla… Jugando trágicamente con las palabras, podríamos decir que “la pasión de Jesús es llegar a su Pasión”…  es decir, arriesgar tanto por mostrar las dimensiones infinitas del amor de Dios, que “por fuerza” ha de morir de esa manera, como un “derroche innecesario”, pero querido por no evitado; pretendido, porque era condición de la aventura definitiva, de la manifestación ya irreversible y al fin conseguida de esa obsesionante búsqueda, de la apasionada forma de “vivir para los demás”, de “proexistencia”, de “ex-centricidad”…

Aquél que vive apasionadamente no teme “perder la vida”, porque la está arriesgando a cada instante, la está regalando a cada momento; y su apasionamiento le viene de ese querer llegar a lo más alto de lo que se ha propuesto, hasta el final cueste lo que cueste, experimentar la entrega absoluta y total a su causa, alcanzar la cumbre… ¿Cuántas veces hemos oído ante la muerte accidental en la escalada del intrépido montañero obsesionado por conquistar records y no poder pasarse sin el vértigo de las cimas, tantas veces a punto de morir consciente del riesgo, y ahora sepultado en la nieve: “Ha muerto feliz, haciendo lo que quería hacer, muriendo como siempre quiso vivir”?…  En paralelo a esa misma lógica deberíamos decir de Jesús: ha muerto feliz, tal como había vivido, su apasionamiento le ha llevado a la Pasión, lo ha conseguido… la escasa altura de la cruz ha logrado concentrar y expresar de modo manifiesto e inconfundible, incluso por una vez como “espectáculo” y para siempre, la pasión incomprensible e infinita de Dios por la humanidad; y de la humanidad por Dios, cuando se deja invadir por su misma paradójica “pasión divina”, por el misterio insondable de su amor al otro…

En realidad, la vida apasionada de Jesús, su intensidad y vitalidad desbordante y entusiasta, no es afán de protagonismo o de aventura, deseo de conquista, o seducción de lo desconocido y selecto, premio de héroes y esforzados, dominio de “los más dotados”; sino la pasión por el prójimo, por cualquiera de sus hermanas y de sus hermanos, es com-pasión…  es la única pasión digna de Dios, la única que en lugar de llevar hasta “el éxtasis del yo”, conduce al anonadamiento absoluto y al hiato inescrutable de la Pasión y de la cruz… la única que desde ese silencio sepulcral tras un grito desgarrador, no concluye en un cadáver, sino que lleva al ámbito definitivo de la dicha y de la vida…

Por |2020-04-02T15:40:00+01:00abril 2nd, 2020|Artículos, CICLO LITÚRGICO A, General|2 Comentarios

2 Comments

  1. […] Para seguir leyendo:  http://rescatarlautopia.es/2020/04/02/pasion-como-forma-de-vida-ante-la-semana-santa/ […]

  2. José Luis 4 abril, 2020 en 21:44 - Responder

    Desde hace unos días y después de leerte hay un estribillo que no para de sonar en mi cabeza:
    Ayúdame y te habré ayudado
    Que hoy he soñado, en otra vida
    en otro mundo, pero a tú lado.

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