Archivos mensuales: enero 2025

BREVEMENTE…  (Lc 2, 22-40)

BREVEMENTE…  (Lc 2, 22-40) Celebrar la Fiesta de la Presentación del Señor cuando ya se ha concluido el Ciclo de Navidad y hemos actualizado su Bautismo y el comienzo de su “vida pública” con su anuncio del Evangelio, no deja de ser una incongruencia. Pero hay algo importante que la Iglesia nos invita a rescatar de ese relato entrañable, y por eso

MÁS ALLÁ DE “LO RELIGIOSO”  (Lc, 4, 14-21)

MÁS ALLÁ DE “LO RELIGIOSO”  (Lc, 4, 14-21) La escena de Jesús en la sinagoga de Nazaret, tal como la cuenta el evangelio de Lucas es significativa de cómo la fe cristiana (ésa tan peculiar que despierta Jesús), se sitúa en el contexto de nuestro comportamiento religioso habitual. Ninguno de los asistentes sospecha que uno de ellos, Jesús, su vecino, vaya a

LO IMPERCEPTIBLE (Jn 2, 1-11)

LO IMPERCEPTIBLE (Jn 2, 1-11) Al considerar los “milagros” de Jesús estamos acostumbrados a referirnos a lo evidente: su carácter extraordinario y espectacular, que deja maravillados y boquiabiertos a quienes los presencian. No nos paramos a pensar sobre una dimensión no tan llamativa y en apariencia muy poco “provocadora de reflexión, pero que quizás es la que hace a Juan, con una

COMPLICIDAD Y LIBRE DECISIÓN  (Lc 3, 15-22)

COMPLICIDAD Y LIBRE DECISIÓN  (Lc 3, 15-22) Hay una forma de sentirse (y saberse) responsable de la maldad humana que no se refiere a nuestros actos personales; ni siquiera a las consecuencias negativas que pueden tener involuntariamente nuestras decisiones, a pesar de no buscar ni pretender directamente el mal ajeno  (los que llamamos “efectos colaterales”); sino al simple hecho de constatar la

PLEGARIA EUCARÍSTICA para EPIFANÍA

PLEGARIA EUCARÍSTICA -Epifanía- El tiempo de Navidad, Señor, es un camino dirigido especialmente por la luz de tu pesebre que alumbra los pueblos y la historia. A él se dirigieron los pastores dejándose guiar por los ángeles del cielo; y hasta él llegaron los Magos, iluminados inesperadamente por la estrella. También nosotros acudimos a adorarte, para ofrecerte lo que somos y tenemos.

EL PRÓLOGO A LA VIDA  (Jn 1, 1-18)

EL PRÓLOGO A LA VIDA  (Jn 1, 1-18) Que Dios estaba en el principio, y que ha de ser él el Creador del universo y su destino, es confesar nuestra ignorancia. Pero no es conformarse con ella, sino concederle toda su grandeza, porque –como diría el filósofo- es también la confesión paladina de que somos conscientes de esa ignorancia nuestra: sabemos lo