CICLO LITÚRGICO C

¿QUIÉN ESTÁ EQUIVOCADO?  (Lc 23, 35-43 )

¿QUIÉN ESTÁ EQUIVOCADO?  (Lc 23, 35-43 )  ¿Cristo Rey?¿Un rey coronado de espinas?¿Una realeza cuyo trono es la cruz?¿Un monarca que promulga una sola “ley” solemnemente, mostrándola hasta la saciedad con palabras y acciones, la ley del amor; y que, sin embargo, no nombra jueces, policía y autoridades que obliguen a respetarla?¿Un poder absoluto, el “real”, que no sabe ni quiere imponerse, ni

CONFIANZA ABSOLUTA  (Lc 21, 5-19)

CONFIANZA ABSOLUTA  (Lc 21, 5-19) A lo largo de nuestra vida, tal y como ha ocurrido a lo largo de toda la historia, cualquier agorero o “iluminado” milenarista nos puede sorprender anunciando el fin del mundo, la catástrofe universal o una visión apocalíptica espeluznante y pretendidamente profética. Como creyentes, no necesitamos nunca argumentar en contra o entrar en una polémica provocadora e

OTRA VIDA (Lc 20, 27-38)

OTRA VIDA (Lc 20, 27-38) Jesús ya ha entrado en Jerusalén. Allí se va a consumar su vida. Allí se va a consumir su vida por nosotros. Y es desde esa perspectiva definitiva de rebosamiento de amor por todos, de entregarse plenamente al misterio de Dios en el que ha estado sumergida su existencia, desde la que debe responder todavía a nuevas

HACER EL RIDÍCULO POR VER A JESÚS  (Lc 19, 1-10)

HACER EL RIDÍCULO POR VER A JESÚS  (Lc 19, 1-10) No temer que se burlen de mí por mi irreprimible deseo de acercarme a Jesús, un deseo tan profundo y apremiante, y que surge con tal intensidad al saber lo cerca de mí que está en cada momento, ahora y aquí, que me impulsa a algo tan ridículo e incluso bochornoso para una

¿PRESUMIR ANTE DIOS?… ¿O RECONOCER LO QUE SOMOS?  (Lc 18, 9-14)

¿PRESUMIR ANTE DIOS?... ¿O RECONOCER LO QUE SOMOS?  (Lc 18, 9-14) “Volver justificado del templo”, como dice Jesús, significa, simplemente, haber agradado a Dios y, con ello, poder acceder a la salvación. Y para agradar a Dios hemos de desagradarnos profundamente a nosotros mismos, constatando nuestra impotencia y nuestra debilidad, nuestra tibieza y cobardía… El fariseo “satisfecho”, que se pretende “justo”, escrupuloso

NI VIUDAS NI JUECES; NI JUECES NI VIUDAS        (Lc 18, 1-8)

NI VIUDAS NI JUECES; NI JUECES NI VIUDAS   (Lc 18, 1-8) En la aplicación de la parábola del juez inicuo, que pone Lucas en boca de Jesús, la intención está expresada sin duda posible: se nos pide respecto a nuestra oración la insistencia y constancia de la viuda “para no desfallecer nunca”. Pero, como en la mayoría de las parábolas, e incluso

¿DÓNDE ESTÁ EL”MILAGRO”?  (Lc 17, 11-19)

¿DÓNDE ESTÁ EL”MILAGRO”?  (Lc 17, 11-19) Que a estas alturas del evangelio, cuando Jesús, según Lucas, está ya consumando su vida con su último y definitivo viaje a Jerusalén, haya personas que solicitan de él un gesto extraordinario o una curación milagrosa, no es  nada sorprendente. Su vida es pública y transparente, sus gestos y exorcismos famosos e indiscriminados, toda clase de

CONFIANZA ABSOLUTA (Lc 17, 5-10)

CONFIANZA ABSOLUTA (Lc 17, 5-10) El que tiene verdaderamente fe en Dios no la mide. Ni le pasa por la cabeza que su absoluta confianza en el misterio divino, y en su Providencia que dirige y acompaña enigmática y asombrosamente su vida dotándola de plenitud de sentido, de la más profunda serenidad, de una real y verdadera consideración gozosa de bendición, de

EL RICO IRREMEDIABLE  (Lc 16, 19-31)

EL RICO IRREMEDIABLE  (Lc 16, 19-31) Después de las tajantes y contundentes palabras de Jesús sobre la imposibilidad absoluta “de servir a Dios y al dinero”, motivo de escepticismo y hasta de burla irónica por parte precisamente de las ricas y privilegiadas autoridades, nos presenta el evangelio de Lucas la parábola del rico y Lázaro como ilustración palmaria de lo que dice.

¿ASTUCIA NUESTRA? ¿O IRONÍA DE DIOS? (Lc 16, 1-13)

Siempre nos resulta incómoda esta parábola de Jesús. Dicen que tradicionalmente ha sido, y parece que sigue siendo, la más oscura de interpretar, por lo difícil que parece a primera vista encajarla en el contexto de su enseñanza, orientada siempre a la generosidad, al desprendimiento, a la delicadeza y la bondad. De hecho Lucas la sitúa inmediatamente después de sus “parábolas de