CICLO LITÚRGICO B

SER TESTIGO DE LA VERDAD  (Jn 18, 33-37)

SER TESTIGO DE LA VERDAD  (Jn 18, 33-37) No deja de ser sorprendente que ante la pregunta de Pilato Jesús afirme que es realmente Rey, y no porque ejerza ningún poder o autoridad sobre sus supuestos súbditos o pueblo; sino, dicho simple e inesperadamente, “porque es testigo de la verdad”. Podríamos pensar que Jesús quiere llevar a Pilato a otro terreno, pero

NI CASTIGO NI AMENAZA  (Mc 13, 24-32)

NI CASTIGO NI AMENAZA  (Mc 13, 24-32) Los discursos escatológicos atribuidos a Jesús no pueden sembrar pánico ni angustia. No tienen como objetivo provocar ansiedad o miedo en quien se une al seguimiento confiando en él y en su evangelio. Mucho menos ser motivo de esos terrores apocalípticos y milenaristas, que surgen periódicamente a lo largo de la historia por influencia de

¡AY DE NOSOTROS!  (Mc 12, 38-44)

¡AY DE NOSOTROS!  (Mc 12, 38-44) El halago, el reconocimiento de nuestros méritos, la concesión de honores, premios y medallas, forman parte de los estímulos personales que nos llevan al esfuerzo y espíritu de superación, a la competencia profesional y al compromiso en el desarrollo, progreso y perfeccionamiento de nuestra actividad y nuestra vida. Es la propia sociedad, la comunidad humana, quien

¿PREGUNTAR LO SABIDO? (Mc 12, 28-34)

¿PREGUNTAR LO SABIDO? (Mc 12, 28-34) Cuando preguntamos algo, con la pregunta podemos apreciar varios aspectos implicados: nuestra conciencia de ignorarlo y, además, nuestra confianza en aquella persona a la que preguntamos, a la cual le reconocemos autoridad y ciencia para responder y darnos luz. Esa es la pregunta que hacemos con buena voluntad y con la sincera intención de enriquecer nuestra

SILENCIAR AL OTRO (Mc 10, 46-52)

SILENCIAR AL OTRO (Mc 10, 46-52) Cuando alguien levanta demasiado la voz, nos molesta. Y procuramos silenciarlo. Si nuestro vecino reclama atención a él, mientras nosotros estamos educadamente callados, conformándonos con ser observadores o testigos silenciosos, lo miramos con actitud de desagrado, desaprobando su afán de protagonismo y su llamada “escandalosa”. Toda persona o circunstancia que nos incomoda, procuramos que pase desapercibida,

VIVIR PARA SERVIR (Mc 10, 35-45)

VIVIR PARA SERVIR (Mc 10, 35-45) No deja de ser sorprendente el hecho de que la actitud de servicio y de entrega (llevada hasta el extremo de perder la vida injustamente por los demás, “en rescate por todos”), no sea para Jesús sólo la forzosa consecuencia de tener que enfrentarse a la maldad humana, a la falta de acogida; es decir, una

SEGUIMIENTO  (Mc 10, 17-30)

SEGUIMIENTO  (Mc 10, 17-30) Hay un seguir que exige poco y no supone un gran esfuerzo; sino, al contrario, nos proporciona una sensación de seguridad y fortaleza, que no reside en nosotros, sino en ese formar parte de un colectivo al que nos sumamos ciegamente y seguimos, y que (de ahí nuestra conformidad, nuestra seguridad, tranquilidad e incluso satisfacción) marca un rumbo

EL PROYECTO ORIGINAL  (Mc 10, 2-16)

EL PROYECTO ORIGINAL  (Mc 10, 2-16) La experiencia cristiana de Dios como creador (y no sólo la cristiana) implica que su “proyecto creador” no puede tener otro objetivo que hacer partícipe de su “naturaleza divina” a lo por él creado; de lo contrario, sería un mero juego solipsista, algo así como si necesitara una distracción y diversión que no pudiera encontrar en

EXCESO DE CELO (Mc 9, 38-48)

EXCESO DE CELO (Mc 9, 38-48) La intolerancia y el rechazo de todo planteamiento “religioso” distinto al propio, ha sido, desgraciadamente una constante en todas las religiones conocidas, particularmente en aquéllas en cuyo origen se encuentra una matriz nacionalista, étnica o de una cultura concreta. El cristianismo, heredero del judaísmo, no ha sido inmune a ese error y a esa actitud inhumana.

MIEDO A PREGUNTAR (Mc 9, 30-37)

MIEDO A PREGUNTAR (Mc 9, 30-37) Si pretendemos una vida satisfecha y “controlada”, con pocos problemas y autocomplacencia; entonces, lo más “prudente” respecto a Dios es no preguntar… Porque, si lo hacemos, de su respuesta puede surgir la necesidad de asumir un compromiso ineludible…, o puede proponernos un desafío de tal envergadura, que nos resulte insoportable y nos lleve a vernos obligado