HORA SANTA
Estoy aquí, ¡Señor!, porque está Tú.
Te miro fijamente, ¡Oh Jesús! Porque me miras
No quiero dejarte solo,
porque soy yo quien no sabría
a dónde ir sin ti a mi lado.
Te pido fuerzas, Señor,
porque es dura la tarea;
aunque es simple y sencilla como Tú:
basta amar y sonreír,
basta mirar con cariño
y acariciar suavemente a mis hermanos…
Me siento avergonzado aquí, en silencio,
porque sigo descontento de mí mismo:
demasiado tímido y, a la vez, altivo…
sin decidirme a abrirte del todo las puertas de mi vida,
para que muestres en ella tu bondad y tu ternura.
Estoy aquí, ¡Señor!, porque está Tú.
Te miro fijamente, ¡Oh Jesús! Porque me miras
Quiero adorar en silencio tu misterio,
y dejarme hundir en tu vértigo infinito
no huyendo del mundo,
donde me quieres ver testigo;
no creándome un muro de aislamiento,
o de seguridades falsas,
usando la oración como un refugio,
o como un consuelo a mi medida…
sino como Tú me pides:
haciendo presente tu bondad,
anunciando entusiasmado tu perdón,
dejando que mis manos sean tus manos
y mis palabras de aliento y de cariño las tuyas.
Estoy aquí, ¡Señor!, porque está Tú.
Te miro fijamente, ¡Oh Jesús! Porque me miras
No quiero olvidarme de mi vida,
ni pretender ser otra persona más perfecta…
Quiero agradecer feliz cada mañana
la sorpresa que me espera en ese día,
llevándote conmigo a cada instante,
porque te sepa descubrir siempre a mi lado,
llenando mi corazón de amor ardiente,
y abriendo mis ojos
para saber hacer prójimo a mi hermano.
Estoy aquí, ¡Señor!, porque está Tú.
Te miro fijamente, ¡Oh Jesús! Porque me miras
Y no te pido nada, Señor,
¿por qué pedirte?;
al contrario: saber sólo agradecerte…
saber que estás conmigo, y yo contigo
cada vez que la impaciencia me domine,
cada vez que me sonroje la vergüenza,
cada vez que la zarpa del desánimo
me amenace…
o se asome la protesta…
Sólo quiero
dejarme contagiar de tu presencia,
hacerte mío para que sea tuya
esta vida regalada,
inmerecida.
Estoy aquí, ¡Señor!, porque está Tú.
Te miro fijamente, ¡Oh Jesús! Porque me miras
Deja tu comentario