PLEGARIA EUCARÍSTICA para el JUEVES SANTO
Es justo y necesario,
siempre es bueno, Padre,
darte gracias por tu misericordia y tu bondad,
y bendecirte hoy alrededor de esta mesa,
al celebrar este Jueves Santo como familia de tu Hijo.
Hay hacemos memoria de la Cena del Señor.
Todos los días hemos de darte gracias,
porque nos sostienes en tus manos
y nos cobijas bajo tus alas.
Te bendecimos por el pan y el vino de cada día;
por los sembrados de trigo y por los viñedos,
por nuestros campos,
por el sudor de quienes los trabajan
y por los que transforman su fruto en comida y bebida.
Bendito seas porque estamos aquí
sintiéndonos hermanos,
en comunión entre nosotros
y en comunión también contigo.
Por eso, el calor y la fuerza de tu amor
llena nuestros corazones desbordantes
y con los ángeles y los santos cantamos:
SANTO, SANTO, SANTO…
Te bendecimos, Padre, porque la plenitud de la vida
la has realizado en Jesucristo,
y has puesto en sus manos la creación entera.
En el anochecer de aquel primer Jueves Santo
nos confió el mandato nuevo
de querernos como hermanos
y amarnos como Él nos amó.
Y en aquella mesa tomó el pan,
lo partió, y lo dio a sus discípulos diciendo:
TOMAD Y COMED…
Y también, después de bendecirte tomó el cáliz
y nos dijo: TOMAD Y BEBED…
Sí, Padre, Él se entregó por nosotros,
por eso en esta Cena conmemoramos su Pasión: recordamos que fue traicionado y abandonado,
que fue golpeado e insultado,
y que murió sobre la cruz…
pero también hacemos presente
que resucitó al tercer día
y ha sido glorificado a tu lado;
y que intercede por nosotros
hasta que vuelva con entera majestad.
La intensidad y emoción de aquella Cena,
el lavatorio de los pies y la nueva Alianza,
nos traen el recuerdo y la presencia
de Jesús y de su entrega absoluta,
de su amor y su bondad,
de su alegría profunda en comunión y en esperanza.
Haciendo el memorial de esos momentos
proclamamos el servicio fraterno
y la actitud de entregarlo y compartirlo todo,
como quien parte y reparte
el pan de cada día.
Queremos hacer presente tu Reino de amor,
de perdón y de bondad,
de delicadeza y de ternura,
de alegría compartida
por tu proyecto de eternidad para nosotros.
Acuérdate, por eso, de todas las iglesias,
y de la humanidad entera.
Acuérdate del Papa,
para que sea siempre testigo de la fe compartida
y vínculo de la comunión gozosa exigida.
Acuérdate de todos los obispos,
de todas las religiones y de todos los creyentes,
que todos seamos dóciles
a ese mandato del servicio y del amor
que se ilumine y arda nuestra vida…
Acuérdate de todos los que nos han precedido,
y ya han muerto: regálales el gozo de tu eternidad.
Ten misericordia de todos nosotros:
que el fuego de tu Espíritu
sea fuente continua de fraternidad y de comunión.
Haz que nuestro amor,
siguiendo a tu Hijo
pueda ser también amor de Dios.
Que a través de los tiempos
merezcamos compartir la vida eterna
y cantar tus alabanzas,
por los siglos de los siglos.
AMÉN
Deja tu comentario