LO IMPOSIBLE. SÓLO LO IMPOSIBLE

Sí, lo imposible. Se te pide lo imposible. Dios te pide lo imposible. Y no te engaña ni al exigírtelo, ni al decirte que es imposible… Pero es que contigo no se conforma con menos, aunque seguramente tú lo preferirías… Tal vez a otros no les exija tanto, pero a ti no te ofrece alternativa: te pide lo imposible.

¿Por qué?: porque quiere… Porque te quiere… Porque te quiere en lo imposible, y no más cerca… Porque te quiere en lo imposible que solamente Él hace posible…

¿Te gusta la aventura?: entonces, dile que sí… ¿Te apasiona el riesgo del amor y del misterio de la vida?: dile que sí… ¿Estás entusiasmado por un futuro nunca del todo alcanzado, siempre ansiado, más allá de lo imaginable, pero presentido como de plenitud definitiva?: dile que sí… ¿Tienes la osadía de llamar a las cosas por su nombre, de sentir el vértigo de no renunciar a la utopía, de apasionarte por las causas perdidas, ésas que son las únicas que te hacen vibrar en lo profundo y te estremecen?: dile que sí… ¿Te llegan a apasionar y cautivar esos estigmas suyos, provocados por el perdón incondicional y por la entrega absoluta, y que te conducen por las sendas de lo ridículo de la bondad, del aparente desperdicio de una vida de renuncia a lo propio, y de la impotencia de un testigo incombustible de paz y de alegría?: dile que sí… Díselo sin ninguna duda y sin tardanza…

Y, precisamente porque eres impotente y quebradizo, dile que sí… Precisamente por eso: porque es imposible y tú no puedes… Precisamente porque te vas a hundir en el cieno si no es Él quien te toma de la mano… Justamente porque las arenas movedizas del mundo en el que vives te engullen en apariencia de modo irremediable en la vorágine de un huracán de intereses y de argucias, de amaños, de trampas y de obstáculos, de falsedades disfrazadas y de verdades silenciadas o abiertamente traicionadas; justamente por eso, porque es imposible salir indemne de esa red turbia y pegajosa, dile que sí: que tú quieres lo imposible… lo imposible de Él… lo imposible con Él…

Porque el discurso de lo posible, incluso de lo recomendable, es demasiado mezquino y cicatero para ti, no tiene altura ni horizonte, no inquieta ni entusiasma… ni puede regalarte el gozo y la alegría, ni hacerte posible la paz, la dulzura, la sonrisa infinita… tú necesitas lo imposible, lo que Él te pide, porque es Él quien te lo ofrece…

¿Y sabes por qué a ti te ofrece y te pide lo imposible? ¿Por qué te mira a ti, y sonriendo te lo dice?: Sí, porque te quiere. Te quiere y te conoce. Y sabe que no eres capaz de vivir de lo posible, que te subleva lo fácil y prosaico que te ofrecen… sabe cómo te incomoda ese tono de superficialidad, de conformismo y de frivolidad que parece impregnarlo todo. Conoces el sabor amargo de la vanidad y la codicia, de la rivalidad y del afán de poseerlo todo, de dominarlo todo, de saberlo todo… Percibes con claridad que sólo lo imposible te da luz y te ilumina, te da calor y te hace arder… y por eso necesitas que Alguien te lo exija, que Él te pida lo imposible, porque es el único que te lo puede ofrecer…

Pero eso imposible que te ofrece y que te pide no has de ir a buscarlo lejos, a tierras extrañas o a lugares perdidos (la aventura de lo exótico y distante, el aliciente de nuestro afán de experiencia y acudir a lo remoto, forma parte de “lo nuestro” posible y programable, es fruto de nuestro esfuerzo y no un regalo…), porque el imposible de Dios está muy cerca: lo llevas contigo, en el aquí y ahora de tu vida insignificante y puede que olvidada hasta por ti mismo, porque siempre sueñas no lo imposible que Él te ofrece y te propone, sino lo inalcanzable de tus quimeras y de tus alambicadas pretensiones, ésas sí fuera de tu alcance, porque las mides con los baremos y a la escala de tu ineludible pequeñez y tus miserias…

¿Sabes qué es lo imposible que solamente Él te hace posible? ¿Sabes qué es lo imposible que Él te ofrece y te pide? ¿Eso que tanto ansías sin saberlo, y sin lo cual no puedes vivir feliz, porque de lo contrario tu vida se resuelve en un bocado de hiel y de amargura?  Lo imposible, que sólo Él puede ofrecerte y que te pide es que tu rostro brille y resplandezca deslumbrando como el de Moisés al bajar del monte, porque refleja el destello cegador de lo divino que infunde en ti, del fuego abrasador de su Espíritu que te hace arder sin consumirte como a la zarza ardiente, cuyo prodigio has contemplado, y que te convierte en testigo consciente (involuntario, porque es Él quien te lo ha dado; pero a la vez querido y posible, porque tú quieres aceptarlo), de su inimaginable e impredecible luz y claridad…

Tú, por otro lado, lo conoces bien a Él, y no ignoras lo imposible de su cruz… de su cruz y de su Pascua… de su vida y de su Gloria…. Y sabes también que, siendo aún imposible no puedes conformarte con menos, ciñéndote mezquina y avaramente a lo posible de tus planes, planes quizás generosos y entregados, dispuestos al sacrificio y a la entrega, puede que incluso al heroísmo; pero que, irremediablemente, son “los tuyos”… Él te quiere siempre en lo imposible de su espera, en lo impredecible de su contradictoria presencia, en lo caprichoso y absurdo de anular y silenciar tus mejores y más brillantes programas e ideas, para convertirte en simple espejo suyo y de su luz; un espejo que, eso sí, te anima a que trates con cuidado evitando que se empañe, y en el que al asomarte a él descubrirás siempre un regalo…

Por |2019-09-09T18:41:25+01:00septiembre 9th, 2019|Artículos, General|Sin comentarios

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