¿Adónde iremos, Señor, si no es contigo?
¿A quién buscaremos si no es a Ti?
Si es tu luz la que ha irrumpido en nuestra vida,
¿cómo podríamos conformarnos con otra?
Sólo Tú alumbras, Señor, nuestras tinieblas.
Sólo Tú nos quemas con tu fuego.
Sólo Tú abres camino en el desierto
y nos orientas en la noche.
Y eres Tú quien vienes a mi lado,
Tú quien acaricia mis heridas,
Tú quien anima nuestro caminar
y compartes tu mesa, tu pan, tu vida,
para que nosotros tengamos tu fuerza
recojamos tu sonrisa y la extendamos,
ahondemos en el costado de tu amor
y en la paz de tu cruz.
Para que nos convirtamos en los tuyos,
los que siembran como Tú,
sin esperar ver el fruto;
pero sabiendo que es Tu cosecha
y que sólo en Ti confiamos.
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