Bautizados en ti, el solo Cristo, el Mesías;
enraizados en tu misterio apasionante,
porque tú, Hijo del Padre,
aliento del Espíritu Santo,
has plantado tu tienda entre nosotros
y has hecho brotar
la semilla de Dios en nuestro mundo.
Acompañados por ti, Jesús, el nazareno,
con la fuerza huracanada del Espíritu,
porque no resistes alejarte de nosotros
y has querido tener hambre
de la propia humanidad que Tú creaste.
Llenos de ti, convocados a tu Reino,
alumbrados y orientados por tu luz,
rebosantes de tu amor y tu ternura,
atrapados felices en tus redes,
buscando el gozo de servirte en los hermanos;
en comunión asombrosa y eterna
nos proclamamos indignamente, por tu gracia,
Hijos de Dios, hermanos tuyos.
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