PLEGARIA EUCARÍSTICA-Tercer Domingo de Cuaresma-
Necesario se nos hace, Señor, el darte gracias
por tu inmensa paciencia con nosotros.
Porque a pesar de que la bondad de tu Creación
la hemos manchado una y mil veces
con la suciedad de nuestras manos,
tú, por Jesús, Hijo Elegido,
nos reanimas y nos llamas sin descanso
a gozar de tu perdón y a seguir sus pasos,
que nos conducen por medio de la cruz
a la plenitud de la gloria de tu Reino.
Por eso es también justo aclamarte,
y no podemos contener nuestro canto,
cuando con todo el universo
te proclamamos tres veces SANTO…
Al proclamar tu santidad, ¡Oh Padre!,
te pedimos que tu Espíritu santifique hoy también estas ofrendas,
memorial de la entrega de tu Cristo,
y sacramento de su presencia con nosotros para siempre.
Porque fue Él quien consumando su vida
y convocando al amor,
la víspera de su Pasión reunió a los suyos,
y tomando el pan
lo bendijo y lo partió diciendo: TOMAD Y COMED…
Y después bendijo el vino: TOMAD Y BEBED…
Cristo se entregó por nosotros:
Por tu cruz y resurrección nos has salvado Señor.
Por eso te damos gracias, Señor;
porque has vivido nuestra misma vida,
y porque has muerto como morimos nosotros;
pero, sobre todo, porque has resucitado glorioso,
mostrándonos así
que también nosotros resucitaremos contigo,
aunque no sepamos el día ni la hora
de nuestra despedida de este mundo.
Te pedimos la fuerza y la confianza
para no temer ese momento
y para que, mientras llega,
no nos hagamos cómplices de la maldad o la injusticia,
del egoísmo o la impaciencia.
Que tu Espíritu Santo derrame siempre
su luz y su impulso en nosotros
para formar esa Iglesia unida,
sacramento de tu presencia en el mundo.
Sigue, Padre, ejerciendo tu paciencia indulgente con nosotros,
y corrige nuestro caminar errante
y nuestras sendas de falsedad y de tristeza,
para que podamos dar los frutos que tú esperas
y que nos llenen de alegría y de bondad.
Que sepamos reconocer tus caricias
y transmitirlas a nuestros hermanos,
abriéndoles nuestro corazón y compartiendo sus dolores.
Que el gozo de la unidad con nuestros pastores,
con nuestros hermanos,
y con toda la humanidad honrada y buena,
bendecido por ti,
sea aliento en nuestro caminar
y primicia de esa gloria eterna
que confiamos compartir contigo
y con todos nuestros difuntos,
cuya vida en este mundo
ha dado ya su fruto en la eternidad de tu Reino.
Gracias, Señor,
porque en tu obrar
misterioso y providente con nosotros,
sigues cavando y abonando nuestra vida,
con la paciencia y el cariño de tus manos.
POR CRISTO, CON ÉLY EN ÉL,
A TI, DIOS PADRE OMNIPOTENTE,
EN LA UNIDAD DEL ESPÍRITU SANTO,
TODO HONOR Y TODA GLORIA,
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.
AMÉN
Deja tu comentario