Recupero esta Plegaria para completar el ciclo de Navidad, junto con la de Epifanía, que publicaré la semana próxima.
PLEGARIA EUCARÍSTICA -AÑO NUEVO-
Te bendecimos Creador del Universo,
y te damos gracias por este nuevo día
Un tiempo ya ha pasado
y hoy estrenamos “año nuevo”.
Sentimos el envejecimiento
y deseamos todos la renovación.
Gracias porque Tú no envejeces,
ni sufres las acometidas del tiempo.
Ante Ti “un día es como mil años,
y mil años son como un día”.
Así nos alegras el año nuevo,
porque se renueva en Ti nuestra esperanza.
Hoy deseamos regocijarnos contigo.
Te damos gracias
porque nos ofreces un año
de posibilidades y ocasiones de bondad,
de deseos renovados,
de pasar de lo viejo a lo nuevo,
de lo caduco a lo estable,
de lo falso y engañoso a lo firme y verdadero.
Y en esa tensión entre el pasado y el futuro,
en el presente de nuestra vida,
con todos los testigos de Belén,
damos gloria y alabanza
cantando el himno a tu santidad:
SANTO, SANTO, SANTO…
En este primer día de otro año que comienza,
te damos gracias por aquel momento ya lejano,
el año primero de la historia,
en el que “se cumplió el tiempo”
y nació tu Hijo de María
para rescatarnos a los hijos…
En ese Jesús habitaba tu Espíritu divino
desde siempre y para siempre
espíritu de reconciliación
y de convocatoria a una nueva humanidad
reconciliada y perdonada;
ese mismo Espíritu tuyo
que Te pedimos descienda
sobre este pan y este vino,
como en aquella Cena Última suya
cuando tomó el pan y dijo:
TOMAD Y COMED…
y al tomar el cáliz de vino: TOMAD Y BEBED…
Aquella Cena fue la conclusión
y consumación de su venida
inaugurada en Belén naciendo de María.
Y con ella
la humanidad dio un paso decisivo
hacia la meta de sus esperanzas,
que son tus promesas.
Te damos gracias por los primeros testigos,
aquellos pastores
para quienes la noche se convirtió en aurora
y el tiempo viejo en vida nueva.
Bendito seas por María,
mujer nueva, portadora de Dios.
Ella nos trajo en el silencio a Jesús
acompañada en su silencio por José,
y llegando en su silencio hasta la cruz.
Nosotros, como ella, al celebrar el memorial
de su muerte y resurrección
confiamos en su retorno al final de los siglos,
en el definitivo Año Nuevo
de tu Espíritu renovador,
ya sin envejecimiento, lágrimas ni dolor,
cubiertos como ella por su sombra
y recreados eternamente
para hacer definitivo el tiempo nuevo
unidos a todos nuestros difuntos,
cuya presencia aún sentimos
y a todas las personas salvadas por tu Hijo.
Envíanos en tu bondad, al comenzar el año,
ese Espíritu Santo
que nos ayude a inaugurar la tierra nueva
con toda la familia humana sin excepción.
Y que ilumine al Papa, a los obispos
y a todos los que queremos integrar tu Iglesia.
Por eso, a Ti,
dueño de los trabajos y de los días,
de nuestra vida y de la historia,
por Jesucristo nacido aquella noche luminosa
en la fuerza del Espíritu Santo rebosante,
TODO HONOR Y TODA GLORIA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.AMÉN.
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