FRAGMENTOS DE UN ESCÉPTICO (y 5) “Variaciones sobre un mismo tema”

FRAGMENTOS DE UN ESCÉPTICO (y 5)

“Variaciones sobre un mismo tema”

(5)

Hacemos de esa palabra: “reevangelización”, discurso de la Iglesia institucional, con lo cual ya la estamos sesgando, al erigir esa iglesia “oficial” en origen, impulso y fundamento de la reevangelización; algo bastante contradictorio cuando es precisamente la dinámica “oficial” la que nos ha traído hasta aquí y es preciso relegarla  ofreciendo alternativas. ¿Descentralizar desde el centralismo? Eso solamente es posible renunciando al dirigismo y convocando a la responsabilidad y testimonio de la periferia, de las iglesias locales; pero, naturalmente, eso significa concederles el protagonismo decisivo, dejarse interpelar por ellas, ser instancia a su servicio y no señor que las dirige y manda;convertirse, como institución, en simple transmisora del evangelio, en memoria subversiva que nos vincule directamente a Jesús, no en administración eficaz, gobierno efectivo o instancia disciplinar. Son las comunidades de discípulos las que reclamarán ese servicio en la medida que lo sientan necesario para su madurez, desde el tan mentado principio de subsidiaridad.

Naturalmente que el “sola Scriptura” y la interpretación personal aislada es parcial y equívoca si se toma como subjetivismo y como lectura o inspiración exclusivamente “individual” o “local” del cristiano; pero incluso eso sería en cualquier caso más “evangélico”, que la “sola Traditio” con la que casi siempre se le ahoga… Sólo logro concebir una sincera y auténtica reevangelización como consigna o “llamada” de una Iglesia institucional, “oficial”: potenciar, convocar, estimular, animar, exhortar, pedir a las comunidades cristianas locales, a las iglesias particulares, lugares de comunión y fraternidad en tanto que parroquias o “comunidades de base”, que dejen de lado dos mil años de historia, ignoren los servilismos y, sin considerar ninguno de esos tres lastres traidores: centralismo, jerarquía y clericalismo, se enfrenten como comunidad fraterna y presidida, al evangelio desnudo, considerando su provocación y desafío en el presente de sus vidas comprometidas y decidiendo, en armonía con las auténticas comunidades fraternas de la historia de la Iglesia y con el resto de iglesias locales de la tierra, cómo aceptarlo y concretarlo en su aquí y ahora peculiar y propio.

El compromiso en una “reevangelización” por partede la “institución eclesiástica”, de la Iglesia oficial, es asumir lo por esas comunidades o iglesias de base decidido,incorporarlo a la unidad y a la universalidad, respaldarlo, acompañarlo y servirlo, mostrándose solícita a lo que se le requiera en cuanto a esa subsidiaridad mentada. Y en la medida en que la Iglesia es una simple red de comunidades cristianas con referencia de unidad, responder así,sinodalmente, a sus inquietudes y demandas.

¿Que eso supone un cambio estructural profundo, casi impensable y casi imposible, en la organización de la Iglesia y en la constitución de las diócesis y parroquias? ¡Evidentemente!  ¡Justamente eso es reevangelizar, más allá de simples reformismos, restauracionismo, o maquillajes!  Se trata de la revolución permanente, de encararse al único evangelio y no a la historia del dogma y de la iglesia, a la sacramentalidad de la presencia de Jesucristo y no a los rituales y ropajes con los que se le había revestido.  ¿O es que evangelizar en el uso oficial sólo significa encontrar una nueva fórmula única, adaptada a los tiempos de la comunicación, la globalización y la informática, para seguir centralizando, jerarquizando y clericalizando?… En tal caso demostraríamos ser muy falsos, y seguir anclados en el dirigismo y el poder, algo bastante lejano, más bien opuesto, al evangelio…

Reevangelizar no es decir a los cristianos de las comunidades locales, de las parroquias, cómo deben leer hoy el evangelio; sino preguntarles cómo ellos lo leen y les interroga, y hacerlo también a todas las personas honradas y sinceras que se han alejado o nos miran con un recelo justificado para poder así animarlos, estar al servicio de sus inquietudes, servirles en su deseo de lucidez, de fidelidad y de coherencia, tener a su disposición precisamente todo lo que la historia acumulada y superada nos ofrece como testimonio de actualización y de compromiso militante; en definitiva, todo lo que anti-evangélicamente les hemos negado… No se trata de darles una ficha a rellenar con sus datos y sus firmas, sino pedirles por favor que hagan el esfuerzo de resumirnos todo aquello que ellos, en sensibilidad de discípulos o de simplespersonas sensibles, críticas y de buena voluntad, viven y lo que esa llamada al seguimiento despierta y provoca en su vida, lo que les da esperanza y les anima reclamándoles audacia, coraje y alegría, pero que también despierta inquietudes, desafíos, riesgos y renuncias.

El único servicio institucional justificador de una Iglesia oficial, consiste en ser esa red animadora y estimuladora de un esfuerzo por compartir cada uno en su comunidad de pertenencia, el dinamismo del amor, de la misericordia y del perdón, de la paz, la mansedumbre y la alegría; facilitar el intercambio, la disponibilidad y el enriquecimiento mutuo, propiciar lugares de encuentro para el fortalecimiento y el estímulo del compromiso fraterno en la propia comunidad local, sin más pretensiones. Claro que para eso parece completamente indispensable algo que el Papa Francisco insinúa con frecuencia, pero con demasiada timidez, porque todavía hoy parece totalmente imposible: desclericalizar los clérigos, desjerarquizar la jerarquía, descentralizar el centralismo…

Veni, Sancti Spiritu

mentes tuorum visita

Por |2020-03-28T09:29:57+01:00marzo 28th, 2020|Artículos, General, Reflexión actualidad|1 comentario

Un comentario

  1. Nines 29 marzo, 2020 en 10:18 - Responder

    Tras leer estos últimos artículos me surgen infinidad de inquietudes, supongo que como a la mayoría, que no sé por dónde empezar a resolver.
    Me gustaría lograr una comunidad “ideal” como comentas en tu artículo, pero qué difícil me parece. Se me agolpan las ideas, las dudas, los problemas….y mi cabeza parece que quiere estallar, se me entremezclan las inseguridades (soy así) y no se por dónde se podría empezar esa renovación.
    A la vez pienso en el resto de la gente que vive la actual religión de un modo tan devoto. Puede que sea incorrecto, según nosotros, su modo de vivir la religión. Puede que a mí no me llene, que es verdad, pero no quita para que a ellos les llene y les sea válido.
    Por qué hablo de esto. Sencillamente porque tengo mucha gente querida a mi alrededor, muy comprometidos y que se sienten identificados con muchas directrices actuales, sí que es cierto que también encuentran, muchas de ellas, obsoletas y arcaicas y son críticos con ellas, pero…. aquí llega mi incertidumbre. ¿Cómo renovar sin llevarse por delante a tantas personas como estas? ¿Cómo actuar, yo misma, que no comparto esas ideas? ¿Rompo la baraja? ¿Compartimos juego?….
    SOS SOS SOS

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