PLEGARIA EUCARÍSTICA -CUARESMA-
Es justo y necesario, Señor, darte gracias,
porque no nos pagas como merecen nuestros pecados
ni nos tratas según nuestras culpas
y así en lugar de temer al juez
acogemos agradecidos tu perdón.
Conscientes de nuestras miserias y pecados
acudimos arrepentidos a Ti
porque necesitamos que nos perdones y renueves
Y Tú, siempre generoso,
extiendes tu misericordia hacia nosotros
para que brote de nuevo la esperanza.
Por eso nuestras voces te aclaman,
y se unen a los cielos y a la tierra
proclamando tu bondad y tu realeza
SANTO, SANTO, SANTO…
Sí, eres Santo, Bueno, Eterno
y Tú mismo santificas nuestra vida
al ponerte a nuestro alcance en Jesucristo
presente por tu Espíritu Santo en esta ofrenda
que nos reúne con Él en el misterio.
Porque fue Él quien consumó su vida
entregándose a sí mismo en la cruz
y convocándonos
a consagrar el pan en su nombre
y actualizar así su amor y su misterio.
Así, en su Última Cena lo tomó en sus manos,
lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
TOMAD Y COMED…
Igualmente del vino hizo su sangre
al convocarnos con Él al sacramento diciendo:,
TOMAD Y BEBED…
Por eso, Señor, al ofrecerte con tu Hijo
el pan de vida y el vino de salvación,
queremos incorporarnos a esa vida
que anima la fuerza de tu Espíritu Santo
y nos reclama comunión y entusiasmo.
Sabiéndonos pequeños y muy débiles
percibimos felices tu indulgencia
y nos proponemos ser dignos de tu Cristo.
Y porque somos tal vez los peores de tus hijos,
sentimos con vergüenza los justos reproches
que Tú, sin embargo no nos haces,
y te presentamos con humildad nuestro silencio.
Queremos permanecer unidos
a todos los santos cuyas vidas admiramos
y cuya fe sincera compartimos,
desde María José hasta “los nuestros” tan cercanos;
acepta que nuestra unidad con ellos
nos acerque a tu bondad
y nos haga participar de tu perdón.
Que todos aquellos cuya vida compartimos
y todos los que han dejado su huella en nosotros
y están ya gozando de tu Reino
nos ayuden a vivir con esperanza
y con la responsabilidad
de encarnar tu amor, tu paz y tu alegría.
Derrama en nosotros tu perdón,
tu bondad y tu sonrisa.
Sabiéndonos siempre en camino,
renovando cada día nuestra fe tan tibia;
pero mirando fijamente el horizonte
que nos ha abierto la presencia de tu Hijo,
nos atrevemos a decirte:
POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL…
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