Hijo mío, cuando te acerques al temor de Dios,
prepárate para las pruebas;
mantén el corazón firme, sé valiente,
no te asustes en el momento de la prueba;
pégate a él, no lo abandones,
y al final serás enaltecido.
Acepta cuanto te suceda,
aguanta enfermedad y pobreza;
porque el oro se acrisola en el fuego,
y el hombre que Dios ama, en el horno de la pobreza.
Confía en Dios, que él te ayudará,
espera en él, y te allanará el camino.
Los que teméis al Señor, esperad en su misericordia,
y no os apartéis, para no caer;
los que teméis al Señor, confiad en él,
que no retendrá vuestro salario hasta mañana;
los que teméis al Señor, esperad bienes,
gozo perpetuo y salvación.
Eclo 2, 1-9
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