PLEGARIA EUCARÍSTICA –Tercer domingo de Adviento-

PLEGARIA EUCARÍSTICA –Tercer domingo de Adviento-

Te damos gracias, Padre,

porque en este tiempo de Adviento

recordamos tus promesas

y seguimos en camino de esperanza.

Te bendecimos, porque gracias a tu Espíritu

queremos someternos a la voz de tus profetas

para que en nuestros oídos resuene el Evangelio:

tu Buena Nueva de paz,

el anuncio de la liberación,

de la alegría y de la luz.

Palpamos entusiasmados tu presencia en nuestras vidas

y vislumbramos cada vez con mayor claridad

cómo te has convertido por tu Hijo,

y desde el impulso de vuestro Espíritu Santo,

en compañía inseparable.

Por eso nos unimos en un canto de alabanza,

y con todos tus santos y elegidos

te aclamamos jubilosos proclamando:

SANTO, SANTO, SANTO…

La santidad, que es patrimonio de tu Reino,

ilumine, ¡Oh Dios! nuestros senderos.

Que impregne nuestras personas

y que santifique estas ofrendas

con la fuerza de tu Espíritu,

para que sean cuerpo y sangre de tu Hijo.

Porque Él, en su entrega total y sin reservas,

en su celebración definitiva,

sentado a la mesa con los suyos tomó pan,

lo partió y les dijo:TOMAD Y COMED…

Y bendiciendo el vino proclamó su entrega

ofreciéndoles el cáliz y diciendo:TOMAD Y BEBED…

Al celebrar hoy aquí, Padre,

el memorial eterno de tu Hijo,

que llevó a cumplimiento tus promesas

e infundió el Espíritu Santo en nuestras vidas,

te ofrecemos agradecidos

todas nuestras inquietudes y alegrías,

todos nuestros gozos y nuestras preocupaciones,

todo lo que somos y tenemos;

para que nos conviertas y transformes

de insensibles y sombríos

en luminosos y felices,

en transparentes y entusiastas,

sabiéndonos llamados a tu luz

y cercanos a la aurora navideña.

Como el profeta,

ese Juan Bautista testigo y mártir,

no tenemos miedo a las preguntas

ni a confesarte nuestras dudas y temores

porque no acabamos de identificar con nitidez

tu propia presencia entre nosotros

y tu inconfundible persona.

Ayúdanos, Jesús Mesías,

como le ayudaste a él

a saber reconocer tus signos,

a no confiar en nuestros planes y proyectos,

y a estar siempre dispuestos

a corregir nuestros pasos,

a acoger tu generosa Providencia,

a saber apreciar tu caricia silenciosa,

y a jamás olvidar tu sonrisa complaciente.

¡Oh Padre!,  nuestra propia vida

sigue siendo un misterio apasionante,

al que sólo Tú das respuesta cabal y luminosa

convocándonos al futuro de promesas

inauguradas definitivamente con tu Cristo

y hechas nuestras por la fuerza de tu Espíritu,

al que queremos someternos dóciles

convirtiéndonos en transmisores de tu luz.

Por eso te hacemos presente a todos los nuestros,

y a la humanidad entera,

a los obispos y a toda la Iglesia,

a las víctimas inocentes a lo largo de la historia,

y a cuantos han caminado en la honradez y en la paciencia;

especialmente a todos aquéllos que han sufrido y sufren

las consecuencias de nuestro mundo injusto

o las inevitables desgracias que les sobrevienen.

Tú, que respondes a todos nuestros interrogantes y preguntas

descubriéndonos tu presencia reveladora y manifiesta,

sigue siendo el fundamento

de nuestra comunión y nuestro amor,

de nuestra alegría y nuestra disponibilidad,

de nuestro presente y de nuestro futuro eterno.

Recordando a María y a José,

a Juan el Bautista y los profetas,

a los justos y humildes de la historia,

a nuestros difuntos y a la multitud de quienes te invocan,

te aclamamos diciendo:

POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL

A TI, DIOS PADRE OMNIPOTENTE…

Por |2022-12-09T18:37:21+01:00diciembre 10th, 2022|General, Oraciones y música, Plegarias Eucarísticas|Sin comentarios

Deja tu comentario