PLEGARIA EUCARÍSTICA -Domingo de Ramos-

PLEGARIA EUCARÍSTICA -Domingo de Ramos-

Es en verdad justo, Señor, el darte gracias,

porque tu Hijo por nosotros,

como Cordero sin mancha

se entregó a la muerte en la cruz,

ofreciéndose en sacrificio

para rescatarnos y perdonar nuestros pecados.

En su resurrección fuimos justificados

e incorporados a tu Reino para siempre.

Por eso, desbordantes de gozo y gratitud

te proclamamos Santo y cantamos: SANTO, SANTO, SANTO

Esa santidad, ¡Oh Dios!, que nos regalas,

y a la que nos convocas en tu Hijo Jesucristo,

queremos hacerla nuestra hoy y siempre;

por ello te pedimos que tu Espíritu descienda

santificando este pan y este vino,

memorial de aquella Última Cena,

en que Él hizo de ellos

señal y signo de su eterna presencia entre nosotros.

Y, así, tomando el pan lo partió y dijo: TOMAD Y COMED

Y, bendiciendo el vino de aquel cáliz nos urgió TOMAD Y BEBED

Cristo se entregó por nosotros. Por tu cruz y tu resurrección nos has salvado, Señor.

En Jesús, oh Padre,

por la fuerza de tu Espíritu

has recapitulado el universo

haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Porque cuando nosotros éramos todavía pecadores

murió por nosotros,

y en su resurrección fuimos salvados.

Tras caminar a Jerusalén

derramando a raudales su bondad,

soportó la Pasión y la Cruz hasta la entrega total,

para que también nosotros tuviéramos acceso a la vida.

Y tras su resurrección gloriosa

nos convocó al cielo nuevo y a la nueva tierra,

robusteciendo nuestros pasos

con el vigor y con el fuego del Espíritu Santo.

Fortalece, Señor, esos lazos tuyos que nos unen.

Que tu Iglesia haga presente tu amor en el mundo

y forme una familia verdadera de hermanos

con el Papa, los obispos

y todos aquellos que se sienten unidos a ti

y llamados por ti.

Y que así, unidos en comunión fraterna,

seamos dócil rebaño de tu Hijo, Pastor eterno;

y transmisores fieles de ese Espíritu vuestro,

que colma vuestra armonía divina.

Que, como Jesús,

mientras nos dirigimos a la Jerusalén definitiva,

gocemos abriendo nuestra vida a todos,

y en especial a los que sufren:

a quienes están desamparados o excluidos,

a los abandonados y olvidados.

Que no dejemos pasar a nadie a nuestro lado

sin dedicarle una sonrisa que le aliente,

una caricia acogedora,

una disponibilidad sincera,

y un horizonte de esperanza y de bondad.

Y que ese horizonte eterno

en el que sentimos viviendo para siempre a nuestros difuntos,

a tantas víctimas,

y a todas las personas

que ya han cumplido su camino y su pasión en este mundo,

sea también el de nuestro encuentro definitivo

con ellos y contigo.

POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL, A TI DIOS PADRE OMNIPOTENTE, EN LA UNIDAD DEL ESPÍRITU SANTO, TODO HONOR Y TODA GLORIA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMÉN.

Por |2022-04-08T16:19:52+01:00abril 8th, 2022|General, Oraciones y música, Plegarias Eucarísticas|Sin comentarios

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