¿FELIZ NAVIDAD?
Cuando alrededor de la mesa familiar navideña os reunáis felices para desearos ¡Feliz Navidad!, os pido un minuto sincero de profundidad y de silencio antes de bendecir la mesa (si es que lo hacéis, tampoco es lo decisivo si son meras palabras…), para que no falten a la mesa todos aquellos cuya Navidad sabéis que es diferente…
Un minuto da para mucho: pensad en todos los lugares donde imagináis que esta Navidad no puede ser feliz: hambre, guerras, violencia y esclavitud, miedo enloquecedor y riesgo de maltrato, emigración forzosa y rechazo humillante, desprecio y odio, discriminación, aislamiento, exclusión, todos los rostros de la maldad humana… y cuando hayáis pensado en ellos: niños, ancianos, mujeres, hombres, todas las personas abandonadas, solas, los despreciados, atribulados, oprimidos, los angustiados y desesperados… sólo entonces bendecid la mesa (si es que lo hacéis, porque si son sólo palabras, mejor no hacerlo…) y desearos esa Feliz Navidad… porque sólo entonces será Feliz: si estáis con ellos y los hacéis presentes en vuestra mesa… Y lejos de ser aguafiestas, sabed que solamente así evitaremos el remordimiento posterior por no haberlos tenido en cuenta… porque no dudéis de que ellos sí que cuentan con nosotros y hasta desde la oscuridad de su abismo mantienen la esperanza y nos desean ¡FELIZ NAVIDAD!… Porque también para ellos ES NAVIDAD y también ellos saben sonreír… Y todo lo que digamos desde la inconsciencia o el olvido suena a falso…
No se trata, pues, de poner amargura en la dulce Navidad, sino de no convertirla en una farsa, de ser conscientes de que sólo cuando reconocemos y sabemos en qué mundo vivimos, y no lo ocultamos, podemos convertirnos en signo de alegría, en instrumentos de concordia y de paz, y en promotores de esperanza… Porque sólo cuando es eso lo que anida en nuestro corazón será sincero nuestro deseo y posible intentar hacerlo realidad: ¡FELIZ NAVIDAD!
Que el niño Jesús nazca en nuestros corazones. Feliz Navidad.