SENCILLAMENTE

Si Dios nos resulta provocador y escandaloso cuando viene a este mundo nuestro es, precisamente, por su falta de esplendor, por su sencillez. Si no se puede admitir, si resulta intolerable que Jesús afirme ser el Hijo de Dios, si suena a blasfemia, es justamente porque lo extraordinario y misterioso de la divinidad, con Él se hace patente en lo más simple y sencillo de una vida humana tan ordinaria y poco relevante como cualquier otra. Jesús no es héroe ni caudillo, sino una persona equiparable a cualquiera, con una existencia muy poco destacable: ¿acaso no es el hijo del carpintero?

Por eso mirando a Jesús no podemos sentirnos llamados a grandes proezas o a Reinados deslumbrantes, sino simplemente a vivir. A vivir sencillamente. Y eso significa: a vivir reconociendo y asumiendo la realidad de lo que somos, sin cerrar los ojos a nuestra debilidad y a nuestros límites; no ocultando las dudas y miedos, los muchos contratiempos y tristezas; pero considerándolos con confianza y paciencia, sin pretender estar por encima de lo humano, que es siempre así: débil, caduco, frágil e incapaz…

Los evangelios nos muestran cómo Jesús vive de un modo increíblemente sencillo. Y eso causaba entonces, y nos causa también hoy a nosotros, un asombro imposible de disimular: ¿por qué no ejerce Dios de Dios…? Y, con toda seguridad, ahí está nuestro error y el origen de nuestra incomprensión y de nuestra torpeza; también de nuestra negativa a seguir sus pasos… ¿No nos está diciendo Jesús que precisamente ésa es la única forma de ejercer la divinidad? Ser Dios no es “lo más difícil”, la manifestación de lo indescriptible y tremendo, la sutilidad absoluta e inabordable; sino la sencillez, la vida realmente “vivida”; es decir, saboreada, paladeada sin prisas ni ansiedades, sintiéndola fluir; no como si seescapase de nosotros, sino al contrario, entregándola, gozando de ese desvivirse para que los otros vivan, que es lo que nos hace precisamente ser los verdaderos protagonistas y los conductores de nuestra vida…

Y, evidentemente, esa forma sencilla, tan escandalosa  y provocadoramente sencilla, de vivir, es laque te puede llevar a la cruz… Pero, en cualquier caso, será la cruz que tú mismo aceptas, será tu elección de subir a ella entregándote, como Él: sabiendo a dónde te conduce, y no queriendo evitarla porque es el cumplimiento y te hace posible, al padecer así tu entrega hasta lo inconcebible, llegar, ahora sí, con toda esa inconcebible solemnidad, a la resurrección y a la Vida…

Porque en la incomprensible paradoja de Dios, origen de esa otra paradoja que es la persona humana y el mundo, la sencillez de su divinidad es lo único que puede complicarte tanto, que te exija, sencillamente, entregar tu provisionalidad y desprenderte de ella, despojarte de tu vida para acceder a la Vida…

Por |2019-06-19T22:21:57+01:00junio 19th, 2019|Artículos, General|Sin comentarios

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