PASCUA
Hay un sepulcro abierto y vacío;
había allí un cadáver…
La cruz acabó con los discursos…
pero Dios no enmudece,
y ya había anunciado:
“Este es mi Hijo, escuchadle”…
Y, de súbito, ya no hacen falta las palabras,
porque la luz de Dios deslumbra,
y basta para acallar falsedades y condenas;
para desautorizar la muerte;
para recrear al hombre
y regalarle la tierra prometida;
para que brote en él ese surtidor
que le lleva hasta la vida eterna;
para que sea la samaritana que se admira,
el ciego que sonríe y confiesa entusiasmado,
ese Lázaro dormido que despierta…
Y que el gozo, la gloria,
el horizonte inaugurado
por una cruz maldita,
sea el de Dios, el anhelado,
el único infinito,
el ya logrado…
Hay un sepulcro abierto y vacío;
había allí un cadáver…
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