MIRANDO A JESÚS TENTADO
¿Y tú también tentado, Jesús?
¿El propio Dios hacerse humano
para estar así al alcance del mal
y del Malvado?…
Te miro ahí, enfrentado
al otro misterio de lo humano:
el del pecado,
que de nuestra debilidad hace presa
y nos provoca con tanta mayor astucia
cuanto más queremos evitarlo.
Ser persona, aún siendo Dios,
no te priva de nuestra bajeza,
del aparente atractivo del fruto prohibido,
del casi irresistible influjo de lo que está vedado,
de lo que excita nuestro yo,
del imán poderoso y perverso del triunfo y el aplauso;
que, aunque no daña en apariencia a nadie,
supone sucumbir al reclamo del sí mismo.
Mirarte así, tentado
por el mismo Satanás,
sin más fuerzas para vencerle
que aquéllas de lo humano…
Lo imposible para Eva y para Adán;
pero para la humanidad que renace en ti
lo definitivo, al fin por ti logrado.
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