VIVIR PARA JESÚS, VIVIR DESDE JESÚS (Lc 10,38-42)
Si damos por supuesto que tanto Marta como María querían entrañablemente a Jesús, y que tanto María como Marta deseaban homenajearle y servirle con devoción, colmarlo de atenciones y a la vez escuchar sus palabras acariciadoras; tendremos que suponer que Lucas está presentándonos dos estereotipos de nuestra actitud para con Jesús, estereotipos que no obedecen a distintas opciones de vida, sino a nuestra actitud de seguimiento, que se plasma de diversos modos a lo largo de nuestra vida. Y nos insiste en que el seguimiento supone prioritariamente la escucha y atención a Jesús, para que así nuestra actividad y servicio sea justamente la que Él nos reclama y solicita; y no la de nuestros voluntarios (y nunca pedidos por Él) “homenajes”…
Probablemente, en otras ocasiones Marta fue María, y María Marta… Seguramente todos nosotros hemos escenificado en diversos momentos y circunstancias de nuestra vida creyente cristiana a ambas hermanas…
Siendo así, el acento de Jesús, lo fundamental a lo que dirige nuestra consideración Lucas, es precisamente que no se nos escape nunca lo primordial, lo imprescindible que da sentido a todo, aquello que nos permite poderlo “entender” y seguir, y de esa forma “poder servirle”: la escucha atenta, acogedora y comprensiva, que colma de entusiasmo a quien considera que la peculiaridad de su vida es la única respuesta a tantos interrogantes insolubles de la nuestra; la suya, la única propuesta capaz de llenarnos de gozo e ilusión; y su cercanía el único auténtico remanso de paz y amor accesible a nuestra persona en medio de las inquietudes, provocaciones y asechanzas del mundo que nos rodea y del que formamos parte solidaria… Sólo a sus pies nos llenamos de su mansedumbre y su ternura, y nos transformamos en discípulos, en transmisores de su paz y su bondad.
El defecto no está, obviamente, en la actitud de servicio, sino en la protesta, en la queja y el descontento… y con ello en el olvido de lo primordial reclamado por Jesús: aprender de él antes que “rendirle homenaje”… porque ello significa que estamos más pendientes de nosotros mismos que del propio Jesús… Marta podrá seguir sirviendo y organizándolo todo cuando corresponda; pero no puede dejar por ello de escuchar, embelesada como María, las palabras de Jesús, gozando de ellas, en lugar de sentirse urgida por su afán de disponerlo todo… ¡Debería haber percibido cuáles son las prioridades…!
Se me ocurra una simple diferencia de preposiciones: Marta quiere vivir para Jesús, mientras que María vive desde Jesús… Y ambas actitudes no son de ningún modo excluyentes, pero tienen distinta “urgencia”… Pretender “vivir para Jesús”, sin “vivir desde Jesús”, se convierte en activismo inútil. Inútil para el propio Jesús, que no busca ni quiere ser servido, sino “ser escuchado” para que nos identifiquemos con Él, para que nuestra persona se adentre en la suya… e inútil para nosotros mismos, porque nos crea descontento, pesadumbre y protesta…
Quien escucha con mansedumbre e ilusión a Jesús se dejará penetrar por su Espíritu, y ni tan siquiera tiene que “programar” su actividad para atenderle como Marta, sino que al vivir en su órbita, desde su evangelio, sin necesidad de “proponerse” un plan de acción se convierte en portador de su mensaje y de su modo de vida; y es al cumplir su voluntad cuando le sirve realmente. Por eso a quien vive desde Jesús, nadie puede arrebatarle esa marca indeleble, ese ”sello cristiano”, el estigma de Cristo que no ha venido a ser servido sino a servir…
Eso es lo urgente, lo único prioritario, lo imprescindible: vivir desde Él, abrir bien los ojos y los oídos para poder identificarnos de tal modo con su persona que la nuestra no sepa vivir de otra manera. Es entonces cuando nos damos cuenta de que viviendo en Él, irremediablemente y sin necesidad de pretenderlo como un objetivo nuestro, viviremos para Él felices y agradecidos…
En cualquier caso, siempre escucharemos la advertencia cariñosa de un Jesús delicado y sonriente diciéndonos como a Marta: “¡Te inquietas (equivocadamente) por tantas cosas!. Sólo una es necesaria…” Con ella y desde ella llegan las otras… porque viviendo desde Jesús todo se transforma, se convierte en regalo, y con verdadero Espíritu de fortaleza y de entrega, entonces uno se ofrece gozosamente en servicio…
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