ANUNCIO Y PROPUESTA(Juan Bautista)

ANUNCIO Y PROPUESTA (Juan Bautista)

La persona humana es receptiva, y es también proyectiva. Vivimos en expectación, confiando en que nuestra “receptividad” nos permita (“pasivamente”) acoger impulsos y propuestas que sean coincidentes con nuestras aspiraciones e inquietudes (nuestro “activismo”), las cuales se orientan hacia un futuro ansiado y pretendido, en un horizonte a veces confuso de intuiciones y razonamientos, de esperanzas y pretensiones; y que, al recibirlas, nos ayuden a formular con claridad y sensatez los objetivos de nuestra vida, y al tiempo nos llenen de coraje y nos impulsen a trabajar por ellos, a dedicar nuestra persona a ese devenir, ese “llegar a ser” anhelado y buscado. Esa actitud receptiva, y esa proyección de futuro de nuestra vida en la que buscamos integrar las “propuestas” que recibimos, forman parte de lo humano, nos constituyen como personas.

En resumen, nuestra conciencia nos reclama una “opción de vida” (consciente y libremente asumida) que entrevemos, y que vamos intentando clarificar y robustecer; opción que nos llene de sentido y con ello nos proporcione ilusión, dándonos esperanza de futuro, confianza en ese “misterio” sólo identificable como divino, y perspectiva de felicidad eterna, de gozo y dicha definitivos. Y en esa tarea personal y decisiva de nuestra vida, necesitamos ese aliento y esa “sabiduría”, esa luz que nos viene “de fuera de nosotros mismos”, de la creación, del resto de la humanidad que nos acompaña, y del mismo misterio que es Dios. Saber que lo necesitamos nos tiene que conducir a estar atentos y deseosos de que “nos llegue”, desde esas instancias “externas”, aquello que necesitamos para orientar bien nuestra existencia y enderezar nuestro rumbo y nuestros pasos hacia la meta presentida, hacia la plenitud.

Por eso, escuchar a Juan Bautista en su anuncio profético no es acudir a un espectáculo religioso o un mero peregrinaje devoto; sino, precisamente, acoger y asumir su interrogación a nuestra vida, saber escucharlo como esa llamada y propuesta que necesitamos, para hacerla coincidir con nuestra inquietud y con nuestros planes, descubriendo con ello la verdad de nuestros anhelos de vida plena, la posibilidad de hacerlos realmente nuestros, y la fuerza que se nos da para no decaer, para confiar, y para empeñarnos decidida, agradecida e ilusionadamente en conseguirlo.

Dicho de otro modo: al darnos cuenta de nuestra necesidad de “recibir” aquello que necesitamos para que nuestra vida cobre sentido y pueda realmente proyectarse en un futuro de esperanza y plenitud, al que nos sentimos llamados, pero que supera nuestras fuerzas, dada nuestra indigencia y nuestra impotencia para ir “más allá” de nuestros límites; escuchar al enviado de Dios, al profeta que nos abre ese horizonte y nos convoca al dinamismo “del espíritu”, es encontrar y hacer nuestra la clave de nuestra vida y, por fin, descubrir y experimentar el “hacia dónde” del misterio en el que nos sabemos inmersos.

Sólo el insensible a los interrogantes de su propia vida y al misterio de su persona, el que se niega obstinadamente a asumir su radical indigencia y su necesidad del otro, su limitada inmanencia y el anhelo de trascendencia ínsito en ella; se atreve a rechazar el anuncio y la propuesta del profeta, de ese Juan Bautista que nos emplaza con Jesús porque en él y por él recibimos lo que buscábamos sin poderlo encontrar por nosotros mismos: la evidencia del cumplimiento de todas las promesas, la presencia ya eficaz del futuro definitivo, la luz inextinguible que nos permite caminar con sentido…

Por |2025-12-05T08:39:00+01:00diciembre 5th, 2025|Artículos, General|Sin comentarios

Deja tu comentario