TENDER PUENTES
En el actual momento histórico-social, en que la mundialización es un hecho, las comunicaciones casi parecen ofrecer la ubicuidad, y la facilidad de medios propicia el transporte y la movilidad a todos los niveles, “tender puentes” se convierte en una necesidad y una responsabilidad para alcanzar ese mundo solidario de convivencia pacífica e intercambio personal y enriquecedor que todos anhelamos.
“Tender puentes” es lo contrario de querer encerrarse, de conformarse con lo propio, de poner obstáculos e inconvenientes a los modos de vida o perspectivas distintas a las nuestras, o de pretender a toda costa la exclusiva de un único modelo, el nuestro, porque ha mostrado su eficacia científico-técnica y promete el dominio creciente del mundo material y, con ello, un bienestar y un desarrollo supuestamente universal, a pesar de que paradójicamente, y lo sabemos bien, acrecienta las diferencias y condena a los desfavorecidos y a las víctimas.
“Tender puentes” no es hacer turismo ni conocer realidades y “paraísos” para nosotros exóticos; tampoco idear desde un despacho comprometido y solidario programas y proyectos de ayuda, ni mostrarnos generosos dedicando un porcentaje de nuestro presupuesto de ciudadanos acomodados a compensar los desmanes e injusticiass que nuestro modelo consumista, de capitalismo salvaje y de mercado despiadado, propicia; sino algo más sencillo y humano, al alcance de cualquier persona sensata, responsable y honrada, descontenta de nuestra sociedad, porque sabe apreciar con espíritu lúcido y crítico las inevitables consecuencias de nuestro modo de vida, y quiere contribuir a paliarlas, a eliminarlas en lo posible, y a no dejarse llevar por la pereza o la hipocresía de que “no podemos cambiar nada”.
“Tender puentes” significa lo contrario de “poner barreras”, pues es, sencillamente, aprovechar las ocasiones que se nos ofrecen de descubrir y compartir los modos de vida alternativos de otros pueblos y culturas, asimilando los valores humanos que se expresan en ellos, y frente a a los que nuestra propia cultura y forma de vida es insensible o ignorante. Es buscar la interrogación y enriquecimiento de lo diverso corrigiendo lo propio.
“Tender puentes” significa estar disponible para movilizarse en búsqueda de los otros distintos; es acudir en solidaridad con ellos donde y cuando nos necesitan; es mostrarse sensible ante el sufrimiento ajeno, renunciar valientemente a la venganza, no consentir en dejarse llevar por la violencia, mucho menos pretender “guerras preventivas” o justificar la aniquilación del enemigo y la crueldad de lo inhumano, la represalia indiscriminada, el retorno del salvajismo enterrando lo humano.
“Tender puentes” exige favorecer y estimular que los inmigrantes encuentren todas las facilidades para incorporarse a nuestra sociedad y enriquecerla con sus personas; es reconocer lo discriminatorio e injusto de nuestro modelo económico y buscar corregirlo, estando dispuestos a renuncias y no a reclamaciones de derechos.
“Tender puentes” es ser en realidad “ciudadano del mundo” no porque con nuestro talonario de cheques o nuestra tarjeta de crédito podemos ir al más recóndito lugar o país, sino porque acogemos a todos sin imposiciones, abiertos a aprender de ellos, agradecidos porque nos abren horizontes y perspectivas apasionantes, e ilusionados porque percibimos con claridad que nos necesitamos todos y nos enriquece lo diverso.
Una de las mayores “tentaciones” de nuestro momento histórico es esa de poner barreras al otro, porque partimos siempre de la desconfianza y la sospecha; y concentrar nuestro esfuerzo exclusivamente en el interior de nuestra “fortaleza” pretendiendo “amurallarla”. Pero la única muralla que sí debemos construir ¡entre todos! es la que no permita dejar entrar en nosotros la intolerancia y el rechazo, la que detenga para siempre la discriminación, el racismo y la xenofobia.
Y sí, cuando uno es creyente, “tender puentes” también es rezar, mirando el mundo que Dios quiere con esperanza de futuro. Pero rezar cuando se tiene la conciencia tranquila porque no se ha obrado como el sacerdote o el levita, sino como el buen samaritano…
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