Año litúrgico B

¿PREGUNTAR LO SABIDO? (Mc 12, 28-34)

¿PREGUNTAR LO SABIDO? (Mc 12, 28-34) Cuando preguntamos algo, con la pregunta podemos apreciar varios aspectos implicados: nuestra conciencia de ignorarlo y, además, nuestra confianza en aquella persona a la que preguntamos, a la cual le reconocemos autoridad y ciencia para responder y darnos luz. Esa es la pregunta que hacemos con buena voluntad y con la sincera intención de enriquecer nuestra

SILENCIAR AL OTRO (Mc 10, 46-52)

SILENCIAR AL OTRO (Mc 10, 46-52) Cuando alguien levanta demasiado la voz, nos molesta. Y procuramos silenciarlo. Si nuestro vecino reclama atención a él, mientras nosotros estamos educadamente callados, conformándonos con ser observadores o testigos silenciosos, lo miramos con actitud de desagrado, desaprobando su afán de protagonismo y su llamada “escandalosa”. Toda persona o circunstancia que nos incomoda, procuramos que pase desapercibida,

VIVIR PARA SERVIR (Mc 10, 35-45)

VIVIR PARA SERVIR (Mc 10, 35-45) No deja de ser sorprendente el hecho de que la actitud de servicio y de entrega (llevada hasta el extremo de perder la vida injustamente por los demás, “en rescate por todos”), no sea para Jesús sólo la forzosa consecuencia de tener que enfrentarse a la maldad humana, a la falta de acogida; es decir, una

SEGUIMIENTO  (Mc 10, 17-30)

SEGUIMIENTO  (Mc 10, 17-30) Hay un seguir que exige poco y no supone un gran esfuerzo; sino, al contrario, nos proporciona una sensación de seguridad y fortaleza, que no reside en nosotros, sino en ese formar parte de un colectivo al que nos sumamos ciegamente y seguimos, y que (de ahí nuestra conformidad, nuestra seguridad, tranquilidad e incluso satisfacción) marca un rumbo

EL PROYECTO ORIGINAL  (Mc 10, 2-16)

EL PROYECTO ORIGINAL  (Mc 10, 2-16) La experiencia cristiana de Dios como creador (y no sólo la cristiana) implica que su “proyecto creador” no puede tener otro objetivo que hacer partícipe de su “naturaleza divina” a lo por él creado; de lo contrario, sería un mero juego solipsista, algo así como si necesitara una distracción y diversión que no pudiera encontrar en

EXCESO DE CELO (Mc 9, 38-48)

EXCESO DE CELO (Mc 9, 38-48) La intolerancia y el rechazo de todo planteamiento “religioso” distinto al propio, ha sido, desgraciadamente una constante en todas las religiones conocidas, particularmente en aquéllas en cuyo origen se encuentra una matriz nacionalista, étnica o de una cultura concreta. El cristianismo, heredero del judaísmo, no ha sido inmune a ese error y a esa actitud inhumana.

MIEDO A PREGUNTAR (Mc 9, 30-37)

MIEDO A PREGUNTAR (Mc 9, 30-37) Si pretendemos una vida satisfecha y “controlada”, con pocos problemas y autocomplacencia; entonces, lo más “prudente” respecto a Dios es no preguntar… Porque, si lo hacemos, de su respuesta puede surgir la necesidad de asumir un compromiso ineludible…, o puede proponernos un desafío de tal envergadura, que nos resulte insoportable y nos lleve a vernos obligado

¿SALVAR A JESÚS?  (Mc 8, 27-36)

¿SALVAR A JESÚS?  (Mc 8, 27-36) La decidida y sincera confesión de fe de Pedro, y la de cualquier persona que descubre y experimenta, como él, en Jesús la necesidad de su persona, para que su vida se colme de sentido y cobre autenticidad, conduciéndole a la plenitud que anhela, cuyas verdaderas e infinitas dimensiones sólo él nos proporciona; a pesar de

TRANSPARENCIA  (Mc 7, 1-29)

TRANSPARENCIA  (Mc 7, 1-29) No podemos conformarnos con considerar las invectivas de Jesús contra las costumbres y legalismos religiosos oficiales de sus días y contra sus predicadores autorizados e investidos de poder sacral, como algo puntual, anclado en el pasado, y cuya crítica quedó limitada a aquellos momentos concretos. Las palabras de Jesús al respecto siguen vigentes, y resuenan también hoy, y

PALABRAS DURAS ¿E INACEPTABLES?  (Jn 6, 61-70)

PALABRAS DURAS ¿E INACEPTABLES?  (Jn 6, 61-70) Espantarse ante lo que supone y exige seguir a Jesús, después de escuchar sus palabras provocadoras y desafiantes frente a la abulia, al tedio, y al conformismo de nuestra vida, no es, en principio, un acto de cobardía sino de lucidez; y no es todavía una prueba o un indicativo de rechazo, sino precisamente por