FRAGMENTOS DE UN ESCÉPTICO
“Variaciones sobre un mismo tema”
(1)
Es absolutamente imprescindible y urgente cambiar de mentalidad en las instancias oficiales de la institución eclesiástica para “recrear” o “refundar” sensata y coherentemente la Iglesia. Es preciso dejar de hacer convocatorias y llamadas desde el dirigismo eclesiástico jerárquico, el paternalismo clerical, la pastoral de despacho, báculo y mitra; cacareando que “hemos de renovar nuestras parroquias y revitalizar nuestra fe” a base de decretos, normas, organigramas, acuerdos y conclusiones, nuevos textos, más burocracia y más despachos y cargos… movilizando ingenuamente a los ya movilizados, pero ignorando la vida real; marginando la espontaneidad e iniciativa de las comunidades parroquiales vivas en su simple caminar fraterno comprometido en medio de un vecindario y una sociedad en la que se encuentran integradas y cómplices a todos los efectos; así como infravalorando el desafío real del evangelio no sólo al creyente ya en camino (al que, por otro lado, hay que convocar no a un “encuentro” de feria y pandereta, sino a una madurez exigente y una responsabilidad efectiva en las iglesias locales), sino sobre todo a la mujer y al hombre de nuestro tiempo, que viven comprometidos e implicados en nuestra sociedad y en nuestro mundo con altura de miras, y no pueden soportar (porque es insoportable, demagógica, decadente, parcial y miope…) una mentalidad y un discurso eclesiástico obtuso y escapista, solamente preocupado en apariencia por perpetuar un pasado cambiando el decorado, y manteniendo unos modos que justamente son los que han conducido a la degeneración de su auténtica misión, a tener que pedir perdón a la humanidad y a Dios, y a desprestigiar no ya la propia institución, sino el mismo evangelio, al pretender interpretarlo y dogmatizarlo autoritariamente a través de sus filtros, parciales y en definitiva arbitrarios y siempre provisionales. La convocatoria urgente e imprescindible es a recordar, fomentar y estimular la descentralización, la desjerarquización y la desclericalización de la Iglesia, animando, potenciando y fortaleciendo la autonomía y el compromiso de comunión fraterna de las comunidades parroquiales, de las “iglesias locales”. El necesario marco de referencia confesional, comprometido y militante, y fundamento muchas veces “olvidado” de cualquier catequesis o ”conciencia de discípulo” integrado a la comunidad cristiana, es el reconocimiento y proclamación oficial de que la llamada “vida sacramental”, que constituye el esqueleto del compromiso y de la praxis cristiana, no es un organigrama o “plan de actividades” dictado y decidido, una plantilla a la que uno debe ajustarse y adherirse, sino un estilo de vida marcado por la comunidad a la que uno se incorpora con plena conciencia y libertad de pertenencia, y con asumida y reconocida responsabilidad de contribuir a marcar el camino común a seguir.
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