DESDE LO HONDO (Pentecostés)

DESDE LO HONDO (Pentecostés)

La vida de Jesús fue la presencia personal de Dios en nuestra historia; y, con ello, el hacernos clara y visible su voluntad, cuando, en su misterio trinitario, decidió ser “Creador de vida”; e incluir nuestra propia historia en la suya.

Por eso nos convocó al incomprensible e inesperado Reino de Dios; a esa dinámica divina de proyección al infinito; y nos aseguró que ya llegaba con Él el cumplimiento de las promesas.

La cruz, dejándonos anonadados y perplejos ante el dolor y la impotencia del propio Dios, pareció desmentirlo rotundamente, ya que Dios nos quiere libres incluso para crucificarlo.

La decepción y la tristeza, sin embargo, fueron sólo un instante; porque “el crucificado”, se convirtió asombrosamente ahora en “el resucitado”…

Los cincuenta días entrañables siguientes, de entusiasmo inenarrable, de comunidad orante feliz, y de testimonio irreprimible ante lo experimentado, condujeron a la increíble y ya definitiva plenitud del Evangelio: el Espíritu Santo se adueña con su fuerza y con su fuego de nosotros, y nos regala para siempre sus dones y sus frutos.

Que los sepamos reconocer, porque están a nuestro lado; y dejemos que se apoderen también de nosotros, para convertirnos en “hermanos”.

Desde lo hondo a ti grito, Señor…

Grito desde lo más profundo,

penetrado por el fuego de tu Espíritu.

Eres tú gimiendo en mis entrañas,

llenándome de claridad y fortaleza,

encendiendo en mí la llama inextinguible

del amor y de tus dones;

regalándome tu misterio poderoso,

engendrando vida eterna

y ofreciéndome tus frutos;

extendiendo tus lazos amorosos

que me unen a ti y a mis hermanos,

conjurándonos al futuro de tu Reino.

Desde el abismo insondable de mi vida,

desde el vértigo del infinito que me llama,

desde el gozo inefable de saberte mío,

de saberme tuyo,

de hundirme contigo en el misterio

vinculado  a tu Iglesia,

amando sin descanso,

entusiasmado hasta el arrebato,

gritando de júbilo exaltado,

y también callando…

Desde lo hondo,

desde lo más hondo,

desde lo último y lo eterno,

tu Espíritu Santo me posee como fuego

y yo le dejo arder en mis entrañas…

Por |2024-05-18T11:04:13+01:00mayo 18th, 2024|Artículos, CICLO LITÚRGICO B, General|Sin comentarios

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