VII-JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
¿Cómo no caer de nuevo, extenuado,
cuando el madero de la cruz
está empapado de todo el horror del hombre
y del llanto acumulado por la historia
de la incontable cosecha del pecado,
del peso de una culpa acrecentada
por siglos de traición del mundo al creador,
por la ingratitud imperdonable de lo creado…?
¿Cómo no va a sucumbir su cuerpo,
si todas las heridas,
todos los desprecios,
todos los abandonos
y todos los rechazos,
han hecho de él su objetivo
y lo han abandonado?…
Y Jesús volverá a levantarse
para poder seguir cayendo desamparado,
para seguir mostrando confianza absoluta al Padre
y seguir regalando verdad e inocencia al mundo.
VIII-JESÚS HABLA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
Lamentos, porque la crueldad es desmesura,
y no es humano el abuso y el encarnizamiento
ni siquiera con el culpable y contumaz;
mucho menos con el inocente,
con la oveja llevada al matadero…
Tristeza y compasión tal vez,
pero ignorancia todavía
para el misterio de Dios en una cruz…
Y es el mismo Jesús agonizante,
el mismo que, sin fuerzas,
apenas puede mantenerse erguido
y soportar el peso de su cruz
y las afrentas;
ese mismo Maestro incomparable,
quien rectifica una vez más,
la última,
nuestro pensar equivocado:
“Lamentaos por vuestros hijos,
tened en cuenta el sentido profundo de lo humano:
mirad en mí más allá de la cruz y las heridas
y veréis al Dios que os ha creado”…
IX-JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
Al borde del abismo,
cayendo inevitablemente en el precipicio…
sus escasas fuerzas ya no le permiten
ni tan sólo mantenerse erguido.
Ha llegado al final de su camino,
y seguir un paso más es imposible…
Tendrán que enderezarlo y empujarle.
No sólo obligarlo a llegar hasta el Calvario,
sino arrastrarlo, ayudándole por primera vez a algo:
a llevar su cruz y cumplir su condena…
a asegurarse de que no puede huir de ella…
¿Acaso tienen miedo de que quiera evitarla?…
Su impotencia y su debilidad son tales,
que hasta resulta molesto y enojoso
verlo caer de nuevo extenuado…
le reclaman un último esfuerzo
para llegar hasta la cruz…
que resista un poco más para poder clavarlo
y concluya ese exceso de amor y de bondad
tan absurdo y descabellado…
Su tercera caída ya no es un traspiés,
o mera debilidad y signo de impotencia,
sino la confirmación definitiva de la entrega…
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