LA PIEDRA ANGULAR   (Mt 21, 33-43)

LA PIEDRA ANGULAR   (Mt 21, 33-43)

Creo sinceramente que la de “los viñadores homicidas” es una de las parábolas más desagradables del evangelio por el tono de violencia y de crueldad que rezuma en todas sus  versiones, y que hace aparentemente imposible cualquier pretensión de dulcificarla. Pero tampoco hace falta querer rebajar el tono, si atendemos al mensaje nuclear que encierra.

Es evidente que en determinadas parábolas Jesús no hace sino emplazarnos a ser nosotros mismos nuestros jueces, y que veamos con toda claridad adónde nos conduce nuestra forma de comprender la vida y nuestro modo de plantear y de actuar en la sociedad, el trabajo, la economía, etc.; y, en consecuencia con ello, a qué nos haríamos acreedores, si Dios actuara según nuestras pautas y baremos. No es él quien dicta sentencia de cruel y merecida condenación, sino que se limita a lanzarnos la pregunta: “ahora que os dais cuenta de quiénes sois, ¿qué os parece que Dios debería hacer con vosotros, “según vuestras leyes”?”…

Como en la famosa parábola del profeta Natán a David después de su pecado, Jesús sólo quiere desenmascarar nuestras mentiras y pretextos. Y aunque la parábola quede cortada con la tajante e inevitable respuesta inculpatoria nuestra (como en el caso de David), que es la clara intención de Jesús; sin embargo, probablemente la continuación que él haría de ella es tan clara como esa respuesta nuestra; y más o menos vendría a decir: “pues el Padre, a pesar de todo, no obraría así…”  “aprended la lección”…

Porque Jesús quiere que nos apercibamos de las redes ocultas y los entresijos oscuros de nuestra vida, eliminando por una vez sus componentes victimistas y autoexculpatorios, que esgrimimos siempre como argumento para justificarnos. Él busca sacar a la luz de nuestra reflexión y de nuestra conciencia, a través de un personaje imaginario y de una historia “falsa”, lo escondido inconfesable (e incluso, desgraciadamente, muchas veces inconsciente y no directamente pretendido, pero real) de nuestro comportamiento, que tenemos por trivial, inocente y justo.

Y, como en el caso del profeta Natán respecto al rey David, no quiere Jesús condenar, sino mostrar precisamente el contraste entre Dios y nosotros… Lo que busca es hacernos ver que nosotros condenaríamos sin atenuantes ni escrúpulos de conciencia precisamente la maldad que, ahora nos apercibimos de ello al verla reflejada en otro, se puede descubrir en nuestra propia persona; no tendríamos piedad…

Y, sin embargo, jamás Dios nos ha tratado como nos merecemos, y jamás lo hará; justamente él, que sí conoce nuestro “inconsciente perverso oculto”, nuestra mezquindad y nuestra codicia… justamente él, a quien no se la podemos ocultar, porque ni lo beneficiamos ni lo podemos perjudicar con ella, no nos juzga. No existe por parte de Jesús ni una palabra de condena, sino únicamente la pregunta provocadora a nosotros como supuestos jueces… y lo único que podemos decir de él, como una constante en su vida, es: él perdona…

Al desenmascarar nuestro comportamiento negligente y cicatero, siempre autocentrado e interesado, no pretende Jesús solamente que seamos honrados, sinceros y lúcidos respecto a la vida que estamos tejiendo con nuestra actitud de suficiencia y de querer eludir todo compromiso de servicio y entrega, de verdadero compartir y convivir; sino que, con ello, por encima de todo, pretende que al hacernos conscientes de ello nos rindamos  a la generosidad, al perdón y a la bondad que constituyen el patrimonio divino, su propia forma de vida y su regalo a nosotros.

Sólo quien reconoce y asume su miseria puede salir de ella. Sólo quien se sabe pecador puede pedir perdón y recibirlo. Por eso, el final del discurso de Jesús es un claro interrogante, provocador y convocador: ¿No os dais cuenta de que la piedra ignorada y rechazada, la que escapa a vuestra sensibilidad grosera, pero es perceptible desde los ojos del corazón, es realmente la piedra angular, el quicio de la vida humana, la ilusionada oferta de salvación?…

Y el propio Jesús quiere suponer que sabemos la respuesta y que optamos por ella…

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