TOMÁS “EL MELLIZO”
Palpar a Dios en sus heridas.
En las manos y el costado de Cristo,
el crucificado,
tocar la eternidad.
Ver lo invisible
y poder lo imposible…
Descubrir la vida en un maldito:
en el Maestro luminoso,
condenado a las tinieblas
y ahora resucitado.
Y dudar sin remedio ni disimulo…
Y conseguir, al fin,
creer en Él,
precisamente,
porque la única evidencia es el misterio…;
y la única certeza,
la de que es Él
quien me sale al encuentro
para mostrar sus llagas,
y para que compruebe
el agujero de los clavos…
¿Quién no es Tomás?…
¿Y quién no puede,
tras la duda,
ver con sus propios ojos al resucitado?…
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