LA MIRADA DEL CIEGO DE NACIMIENTO
Ciego andaba, Jesús,
perdido y solo,
errando desamparado por mi vida;
pero al tocarme tú,
con tu caricia llegó la luz
y ahora veo…
y descubro tu belleza, tu bondad;
pero, ¿quién eres?…
Y cuando de nuevo
eres Tú mismo quien me encuentra,
sólo puedo mirarte anonadado,
decirte que ya soy tuyo,
iluminado
y radiante de ti hasta el infinito
en ese nuevo modo de vida,
antes oculto, negado,
ignorado y ciego;
pero ahora tan diáfano,
transparente y claro.
Que mi mirada apasionada
descubre en ti a Dios en su misterio,
y te confiesa Cristo, Mesías,
promesa segura de futuro para el hombre,
luz eterna para todo lo creado.
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