INTERROGANTES E IMPREVISTOS
Lo apasionante de la fe son los interrogantes en los que nos sitúa y los desafíos que nos provoca.
Dios no aporta nunca tranquilidad y “seguridad” a nuestra vida; eso es un grave error de una “pseudomística” asociada a una deficiente y equívoca consideración de eso que llamamos “vocación” o “llamada”.
La serenidad, paciencia, clarividencia y sensatez que aporta el evangelio a nuestra persona sólo es posible y experimentable desde los cuestionamientos e interrogantes en que nos sitúa el auténtico compromiso, la apertura a la verdadera ”providencia”, que es siempre sorpresa y desafío.
Esa sorpresa desafiante e interpelante, que nos despierta (en un primer momento desagradablemente) de nuestra satisfacción por la dinámica de compromiso evangélico que habíamos por fin adoptado y en la que estábamos gozosamente sumergidos después tal vez de muchos intentos fallidos, de decepciones y titubeos, de vacilaciones y miedos… esa nueva e imprevista “ruptura” de nuestros planes o expectativas de fidelidad querida y compartida, es justamente la respuesta de Dios y su propuesta, la comprobación por su parte de nuestra real disponibilidad e incondicionalidad para seguirle…
La fe en Cristo es precisamente por eso apasionante, horizonte de ilusión y de esperanza, gozo en la libertad e infinitud del amor, siempre misterioso…
A cada instante y en cada momento, eso significa abrir un mundo nuevo: el mundo de Dios… el de lo imprevisto…ése en el que siempre salimos ganando…
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