BREVEMENTE

BREVEMENTE

Todos hemos repetido infinidad de veces las sabias palabras de Ben Sirá (el Qohelet), afirmando que “todo tiene su momento”,  y que “hay tiempo para hablar y tiempo para callar”…; pero casi siempre las utilizamos a posteriori, para justificar uno de esos dos momentos contrapuestos, cuando ya lo hemos practicado. Yo querría hacerlo ahora para aplicarlas a priori y, después de haber hablado mucho, probablemente demasiado, dedicarme en adelante a callar. Al menos de momento.

Si no me falla la memoria creo que fue Montaigne, en sus celebérrimos Ensayos quien con toda su carga satírica e irónica se admiraba de que nos sumemos en elogios a las personas que, ya en la senectud o ancianidad, y habiéndose retirado de sus empleos, actividades mundanas y negocios (hoy diríamos: “tras su jubilación”, aunque hoy en día eso no es, como en su tiempo, la antesala de la muerte próxima), se proponían aprender nuevas lenguas demostrando con ello una energía y una dedicación esforzada que se suponía signo de vitalidad envidiada. Su socarrona advertencia era, más o menos textualmente, la siguiente: “vanidad humana… consumen el poco tiempo que les queda de vida aprendiendo a hablar en otras lenguas, cuando lo que debería preocuparles es comenzar a aprender y prepararse para entrar en el silencio definitivo, porque dentro de poco van a estar callados para siempre”

Pero, dejando las reflexiones y diversas consideraciones al respecto, sí que se me hace preciso insistir en que callar no significa que uno no tenga nada que decir; o que se hayan agotado las ideas; o que se esté cansado, desanimado o harto (o que sean los demás quienes estén hartos de tus palabras, cosa más probable, pero no constatada…), ni tampoco que le hayan aconsejado un tiempo de silencio; más bien es otra forma de seguir hablando… o tal vez sea más preciso decir: seguir acompañando y compartiendo, pero en silencio…

Y además, por fidelidad al cúmulo de contradicciones en las que se resuelve gozosamente mi vida (no sé si también la vuestra… pero a mí justamente la fe en Jesucristo me apasiona por la contradicción y las paradojas que implica, y ahí descubro y percibo la dicha inmensa de su horizonte infinito y misterioso al que me rindo entusiasmado y feliz…), tengo que confesar con rotundidad, y con una sonrisa, que también me gusta “predicar el silencio”…

Por |2022-05-19T16:13:25+01:00mayo 19th, 2022|Artículos, General|1 comentario

Un comentario

  1. Vicente Cloquell 19 mayo, 2022 en 23:42 - Responder

    Han sido cuarenta meses leyendo con atención tus reflexiones. ¡Vaya! Cuarenta tenían que ser.
    Sinceramente, muchísimas gracias.
    Un abrazo

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