PLEGARIA EUCARÍSTICA–VIGILIA PASCUAL–
Es justo y necesario, Señor,
aclamar tu nombre y bendecirte
en esta noche santa, Vigilia de la Pascua.
Dejamos un cadáver en lo hondo del sepulcro,
envolviendo en el sudario
el misterio de ese Jesús,
aparentemente vencido para siempre.
Pero en lo profundo de la muerte germinó la vida,
y la noche se nos convirtió en día.
Por eso no podemos contener nuestra alegría
y necesitamos unirnos a tus mensajeros angélicos
cantando jubilosos tu alabanza:
SANTO, SANTO, SANTO…
Santo eres, Padre,
que te haces presente en nuestra vida,
y que conviertes la cruz en germen de vida.
Por eso, te pedimos
que santifiques por tu Espíritu estas ofrendas
y ellas sean para nosotros
alimento de salvación
y de renovada vida en Jesús.
Porque él, en su Cena de despedida
tomó el pan diciéndonos:
TOMAD Y COMED…
Y el cáliz lleno de vino diciendo:
TOMAD Y BEBED…
Cristo se entregó por nosotros: Por tu cruz y resurrección, nos has salvado, Señor.
Al celebrar la nueva Pascua,
el memorial de la cruz y resurrección de Cristo,
te ofrecemos con él
el pan de vida eterna
y el cáliz de eterna salvación.
Cuando ya sólo veíamos la sombra
y las tinieblas de la muerte,
nos inundaste de luz y de vida.
Y resucitando a tu Hijo en esta noche,
nos colmaste de asombro
y nos abriste al fin los ojos:
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”.
Que no nos falte nunca, Señor,
esa luz que prendiste en esta Pascua.
Que sepamos ser
la misma familia del Cenáculo
fortalecida con el vigor
y la fuerza de tu Espíritu
hecho presente en el ya resucitado,
que camina por delante de nosotros
tras romper las ataduras de la muerte
y ensanchar al infinito
el horizonte de nuestras vidas.
Te pedimos, Padre,
por la unidad de tu Iglesia,
y por la fraternidad y la paz de todo el mundo.
Que la humanidad se deje llevar
por el impulso de tu Espíritu Santo
y encuentre las sendas de la concordia.
Que nosotros sepamos ser siempre
instrumentos de tu bondad,
portavoces de tu misericordia y tu consuelo,
impulsores de la reconciliación y del perdón,
de la resurrección y de la vida.
Teniendo siempre presente
la opción privilegiada de tu Hijo
por todos los humildes y sencillos,
por los que son los últimos o los abandonados,
por los débiles y las víctimas;
que también nosotros,
discípulos suyos
y testigos de su cruz y resurrección,
podamos ser identificados
por la mansedumbre y la ternura,
por el compartir y la alegría fraterna.
Que tu Iglesia,
con sus obispos a la cabeza,
sepa ser la semilla
de la nueva tierra
y de los cielos nuevos;
la semilla que germinó
en la tumba de un crucificado: Jesús,
cuya triunfante resurrección
nos hace estar en vela en esta noche,
y ha hecho que su cruz,
sea nuestra único timbre de gloria
y nuestra única esperanza.
Y que en ese horizonte de resurrección
que abrió esta noche Cristo,
triunfando de la muerte
nos reunamos un día con todos nuestros difuntos,
que comparten ya su vida nueva.
POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL,
A TI, DIOS PADRE OMNIPOTENTE,
EN LA UNIDAD DEL ESPÍRITU SANTO,
TODO HONOR Y TODA GLORIA,
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.
AMÉN.
Deja tu comentario