IZQUIERDA, IZQUIERDA; DERECHA, DERECHA; ADELANTE, ATRÁS: UN, DOS, TRES…   (Reflexión extemporánea sugerida por la lectura de Mc 10, 35-45)

IZQUIERDA, IZQUIERDA; DERECHA, DERECHA; ADELANTE, ATRÁS: UN, DOS, TRES…        (Reflexión extemporánea sugerida por la lectura de Mc 10, 35-45)

No sabemos si la petición de Santiago y Juan a Jesús, de “sentarse uno a su derecha y el otro a su izquierda en su Reino”, era concreta y personalmente interesada por motivos ideológicos (Juan a la derecha y Santiago a la izquierda, o al revés), o si les resultaba indiferente el lugar, con tal de poseer, fuera como fuese, una vicepresidencia… lo que es evidente desde que existe el ejercicio del poder (o sea, desde siempre) es la ambición desmedida por ejercerlo y con ello el olvido de la camaradería y la amistad (adelantarse ladinamente a los propios compañeros con quienes se convive y comparte la militancia, relegar a los que alertan de la inconveniencia de nuestras decisiones, sacrificar a los consejeros cuando no nos adulan o ejercen responsablemente de críticos de nuestras decisiones, desautorizar a los discrepantes que ponen en evidencia nuestras debilidades, hablar siempre desde la demagogia y el populismo amagando falsamente con cifras o informaciones sesgadas y parciales, cuando no construidas interesadamente y ad casum, y todo un rosario de recursos chapuceros y opacos dignos de manuales de Maquiavelo cuando no de crónicas de Calígula o Nerón… ). Y no sólo el olvido de la amistad, sacrificando a las personas en aras del poder; sino también la instalación y acomodación en el modo de vida y comportamiento hasta entonces combatido y denostado con radicalidad e incluso violencia verbal; el aprovechamiento (ahora justificado en beneficio propio) de privilegios, ventajas y favores oficiales; la pretensión de infalibilidad como si fuera un atributo del poder, antes criticado y ahora transferido a ellos; en resumen, una actitud de olvido total de la necesidad del contraste y la crítica, de lo indispensable de considerar y valorar todas las perspectivas y visiones en las cuestiones generales y públicas, lo imprescindible que son siempre los “argumentos en contra” para calibrar lo cabal y justo de las opiniones y decisiones propias, y la sensatez y responsabilidad de jamás convertir la intolerancia, la desautorización y la oposición negativista y condenatoria del rival en punto de partida… En fin, parece que me alejo de Marcos, pero no me refiero sólo a la sociedad civil… y el hecho de que todo lo dicho lo experimentemos y suframos con la izquierda y con la derecha, delante y detrás, un dos tres… hace que no sea demasiado importante saber si Santiago quería la izquierda y Juan la derecha; o al contrario era Juan, tan místico él, el izquierdoso… el resultado era el mismo…

Lo que sí apunta Marcos es la reacción desautorizadora y contrastante de Jesús, poniendo bien claro dónde sitúa él “el reparto de carteras”…tanto las izquierdas como las derechas, a su lado y en su seguimiento, son anecdóticas en cuanto a lugar pero completamente exigentes en cuanto a actitud, porque no olvidan la amistad ni convierten al pretendido candidato de víctima delpoder en su agente privilegiado e inmune, sino que se definen por el servicio y la renuncia. La desautorización del dominio sobre los demás y del ejercicio del poder por Jesús es tal, y de tal contundencia, que causa sorpresa y asombro (no digamos ya, rubor y vergüenza) ver con qué desfachatez y permisividad la hemos convertido en la propia “comunidad de discípulos” (a la que queda absolutamente prohibido su ejercicio), en algo normal, consentido, dado por supuesta, y presentado como necesario y “autoritario” según una jerarquía y un supuesto “estatuto fraterno” que, si bien en su origen podía responder al dinamismo e impulso de la comunidad local activa y con conciencia de comunión con la Iglesia universal, pronto se convirtió en mecanismo de control y maquinaria de poder. Y no se puede ocultar que en pleno siglo XXI la mentalidad feudal sigue vigente en gran medida en la Iglesia institucional y en el comportamiento de muchos de sus prelados, en clérigos e incluso en gran parte del “pueblo fiel”…

El arrimo al poder, la traición a Jesús, y el olvido o marginación de hecho de su evangelio, han sido y son tan notorios en la historia personal de todos nosotros y en la de la Iglesia oficial que pronunciar y repetir las palabras suyas al respecto, y mucho más predicar sobre ellas, suena a hipocresía manifiesta y a mentira astuta por parte de quienes nos proclamamos sus oficiales y legítimos transmisores.

En este tercer aviso de Jesús a sus discípulos en vísperas de su entrada en Jerusalén, discípulos que siguen sin querer atreverse a comprender nada, y empeñados en no renunciar al éxito, presos de sus ambiciones y miserias, Marcos apunta ya manifiestamente al único lugar digno para quien pretenda sinceramente estar “a la derecha y a la izquierda” del “Rey” en ese anunciado y anhelado “Reino de Dios”: la cruz…

Obviamente, y mirando ya a esa cruz definitiva, a Marcos le trae sin cuidado el nombre de quien ocupe cada uno de los puestos “a la derecha y a la izquierda”, y quién es “el bueno”, que arrepentido de la avidez y la codicia “estará con él en su Reino”, y quién “el malo” que persiste en ellas; y aunque los Evangelios Apócrifos nos hayan querido transmitir legendariamente sus nombres como Gestas y Dimas, e incluso hayan señalado quién es “el de la izquierda” (Gestas, el malo) y quién “el de la derecha” (Dimas, el bueno), como las lateralidades son siempre relativas al puesto del observador, si Gestas (si es que así se llamaba) estaba realmente a la izquierda de Jesús, podemos deducir que con nuestra vida encarada a su cruz, está a nuestra derecha… mientras que si el bueno de Dimas (si también ése era su nombre) estaba a su derecha, bien podemos concluir que está a nuestra izquierda… Adivina, adivinanza: ¿dónde está el bueno y dónde el malo?… Izquierda, izquierda; Derecha, derecha; Adelante, atrás; un, dos tres…

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