PLEGARIA EUCARÍSTICA -OCTAVA DE PASCUA-
¡Es Pascua, Señor!
Elevamos nuestra acción de gracias hacia ti,
en nombre de Jesús Resucitado
porque Él nos llama a vivir en comunión.
Te damos gracias por todas las fraternidades
que a través del mundo
y a lo largo de la historia
se reúnen compartiendo lo profundo
y sintiéndote presente.
Porque tú eres la llamada a la unidad
y tu Hijo es el amor que hermana,
el amor que nos hace libres y nos salva.
Por eso con la comunidad de los santos
y con los ángeles del cielo
te alabamos cantando:
SANTO, SANTO, SANTO…
Te alabamos, Padre,
por la ilusión que nos regalas,
aunque somos resistentes e impacientes.
Te bendecimos porque tu Hijo al encarnarse
tocó nuestros corazones
para que seamos un nuevo pueblo
de hermanas y hermanos felices,
y así hagamos presente tu misericordia y tu bondad.
Él nos amó hasta el extremo,
y en aquella Cena memorable con Él presente,
como ahora por la efusión de tu Espíritu,
tomó pan, lo partió,
y lo dio a sus discípulos diciendo:
TOMAD Y COMED…
Y tomó también la copa
invitándoles a beber de ella
tras haberte bendecido diciendo:
TOMAD Y BEBED…
Tu Hijo, Padre, por su cruz y resurrección
nos llama a seguirlo e identificarnos con Él,
y a formar esa comunidad
en la que Él mismo se hace presente
para promover tu Reino.
Que el Espíritu Santo,
al transformarnos en el cuerpo de Cristo,
convierta esta asamblea humana
en comunidad de discípulos,
celebrando alegremente su resurrección
y constituyendo la nueva humanidad resucitada.
Que la clarividencia y la fuerza de tu Espíritu
disipe nuestras inevitables dudas y temores
y nos dé confianza y valentía.
Haz que penetre en nosotros la luz de Pascua
y reconociendo los errores, la cobardía,
y la tibieza de nuestras vidas,
dejemos que Tú las transformes
en plenitud y en entusiasmo por la vida.
Que al ver los clavos y el costado de tu Cristo,
renazca desde lo hondo la esperanza definitiva.
Señor, en ti y por ti nos sentimos unidos
a todas las comunidades de discípulos
y a todas la Iglesias
a lo largo del espacio y del tiempo:
fortalece los vínculos de unidad,
y la fidelidad a tu mandato del amor y del servicio.
Guarda, pues, al Papa, a los obispos
y a todos tus fieles en la paz;
y ayúdanos a todos a saber cumplir tu voluntad.
Te queremos hacer presente también
a nuestros difuntos,
a tantas personas que supieron hacer
de sus vidas anónimas y aparentemente intrascendentes
un monumento a la concordia,
a la generosidad,
a la entrega callada y silenciosa,
a veces desde el sufrimiento,
desde la soledad o incluso el desprecio,
la incomprensión o el abandono.
A ellas y a todas las que sufren acógelas con bondad.
Y con el firme propósito
de que esta asamblea pascual
sea fermento de comunión entusiasta por tu Reino,
gozo y enriquecimiento fraterno,
y comunidad feliz en el servicio
te decimos:
POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL…
Deja tu comentario