MÚSICA PROFUNDA

Unas joyas de CLARA SCHUMANN sobre unas delicadísimas poesías
1. Sumido en sueños sombríos.
Texto de Heinrich Heine (1797 – 1856)

Sumido en sueños sombríos,
miré fijamente su retrato,
y el amado rostro
misteriosamente cobró vida.

De sus labios surgió 
una maravillosa sonrisa,
y con lágrimas de tristeza
relucían sus ojos.

Brotaron mis lágrimas
cayendo por mis mejillas.
¡Ah, no puedo creer
que te haya perdido!


2. Ambos se amaban.
Texto de Heinrich Heine (1797 – 1856)

Ambos se amaban
pero ninguno de ellos osaba decirlo.
Se miraban con frialdad
llegando, incluso, a morir de amor.

Finalmente se separaron y, 
de tarde en tarde, se veían en sueños.
Estaban muertos hacía tiempo
y no lo sabían.


3. Embrujo de amor
Texto de Emanuel von Geibel (1815 – 1884)

El amor se posó cual ruiseñor
en un rosal y cantó.
El maravilloso canto fluía sereno
a través del verde bosque.

Y a su eco surgió la envolvente
fragancia de un millar de flores;
las copas se mecían dulcemente
y el aire era más ligero.

Los arroyos corrían silenciosos 
apenas abandonaban las alturas;
los corzos, como en sueños,
escuchaban el canto.

Y brillando cada vez más,
los rayos del sol destellaban.
Flores, bosques y cañadas 
se inundaron del áureo resplandor.

Pero yo continué mi camino
escuchando la melodía.
¡Ay! Desde aquel momento
mis canciones sólo son su eco.


4. La luna llega apacible.
Texto de Emanuel von Geibel (1815 – 1884)

La luna llega apacible
con su brillo dorado,
y la tierra se adormece
bajo su dulce resplandor.

Como en sueños, las copas se mecen,
las fuentes murmuran en voz baja,
y los ángeles cantan y revolotean
a través de la azul noche estrellada.

Y en el aire flotan,
como adormecidos,
millares de pensamientos amorosos
sobre los durmientes.

Y allí abajo, en el valle, centellea
la ventana de la casa de mi amada;
mientras yo, en la oscuridad,
contemplo silenciosamente el mundo.


5. He visto en tus ojos.
Texto de Friedrich Rückert (1788 – 1866)

He visto en tus ojos
el resplandor del amor eterno;
y una vez también vi, en tus mejillas,
las rosas del Paraíso.

El brillo de los ojos disminuyó
y las rosas se ajaron,
pero su resplandor, siempre fresco,
permanecerá en mi corazón.

Aunque no vuelva a ver jamás tus mejillas,
ni me mire en tus ojos,
las rosas permanecerán
iluminándome con su resplandor.


6. La callada flor de loto.
Texto de Emanuel von Geibel (1815 – 1884)

La callada flor de loto
surge del lago azul;
sus hojas brillan y resplandecen,
su cáliz es blanco como la nieve.

La luna, desde el cielo, 
inunda todo de dorada claridad,
derramando sus rayos
desde su seno.

En el agua, alrededor de la flor,
nada un cisne blanco,
que mirando a la flor
canta apacible y dulcemente.

Canta tan apacible y dulcemente
que quisiera morir cantando.
¡Oh flor, blanca flor!
¿Puedes comprender su canto?



Traducido y digitalizado por:
Sara Carmona 2016
Por |2020-04-20T14:58:02+01:00abril 21st, 2020|Música Profunda, Oraciones y música|Sin comentarios

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