FRAGMENTOS DE UN ESCÉPTICO (4)
“Variaciones sobre un mismo tema”
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Reevangelizar sólo puede significar, para ser sincero, legítimo y verdadero, suspender y poner entre paréntesis los dogmas, culto oficial y “mandamientos de la Iglesia”, para acoger como nuevo, con frescura, docilidad y mansedumbre una forma de vida alternativa a la que convoca Jesús a sus discípulos.
¿Es que alguien puede imaginarse a Jesús convocando congresos para interpretarlo? ¿No es casi una blasfemia, una actitud “de escribas y fariseos”, erigirse en los detentadores de su Revelación, únicos intérpretes autorizados de sus palabras? Cuando uno tiene que pedir perdón por su infidelidad y por las consecuencias negativas de su doctrina y de su interpretación errónea y engañosa ¿no se convierte así en ciego que pretende guiar a los que él mismo ha cegado, al seguir erigiéndose en su único e indispensable consejero? ¿Reevangelizar convocando, y anunciándolo así, desde el centralismo, la jerarquía y el clericalismo? ¿Qué credibilidad puede ahora reivindicar, si no es la de su “conversión”, cambiando radicalmente su actitud? Se está pretendiendo salvar la Iglesia como institución venerable y milenaria, falible pero transmisora del evangelio; pero no se está propiciando una apertura de ese evangelio a la sociedad y a nuestro mundo (tal como lo hizo Jesús al suyo), a las innumerables personas sinceras, buenas y honradas, que no pueden soportar tanto discurso, decreto, pastoral, catecismo, normas, bendiciones solemnes, ritualismo casposo de agua bendita, autoritarismo disimulado en paternalismo rancio, dirigismo e ignorancia (cuando no relego al olvido o menosprecio) de lo humilde y lo sencillo, “lo que no cuenta” como diría san Pablo… ya está bien de esa aparentemente condescendiente y “generosa” farsa de promover hasta el empacho “órganos consultivos” en las comunidades y en las curias, para reservarse el poder de decisión, colocándolo falsa o erróneamente en la esfera de “lo sagrado”, obligatorio y “ordenado” por autoridades inaccesibles encumbradas al Sumo Sacerdocio; cuando justamente el evangelio coloca a la comunidad en la instancia de las decisiones y concreciones del compromiso del amor y del servicio, de la sacramentalidad y de la celebración… la “estructura” que debe ser “la mínima organización precisa para mejor servir”, se ha convertido en una camisa de fuerza para evitar el libre movimiento y cualquier iniciativa…
La equívoca y falaz convocatoria a la reevangelización, multiplicando foros de discusión e instancias de debate consultivas, se convierte en una prueba más de inmovilismo, de dirigismo, de domesticación y de afán conservador para no tener que desprenderse de nada ni arriesgar nada…
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