CORONAVIRUS: DESDE EL CONGO

CORONAVIRUS: DESDE EL CONGO

Un discurso algo demagógico, pero no menos real

¿Os atrevéis a quejaros  por tener que permanecer encerrados y controlados, para así detener el contagio del coronavirus de la única forma sensata, eficaz y recomendada, si se asume esa responsabilidad seriamente, por incómoda que parezca?

¿Acaso no hay en vuestras casas electricidad y agua corriente, sillones y poltronas, despensa y neveras atiborradas, congeladores repletos, platos precocinados y pizzas, y hasta refrescos y cerveza?

¿Ya se os han terminado los licores, el coñac y el whisky, los aperitivos, las pastas y los bombones? ¿No seguís engordando con el encierro?

¿Es que también vosotros necesitáis salir al exterior de vuestra vivienda para cocinar, porque el único medio de hacerlo es con carbón o leña, y vuestra chabola de paja (o de ladrillos cocidos si sois más afortunados) no puede tener ni chimenea ni cocina?

¿Acaso tenéis que llevar la misma ropa toda la semana, y todo el mes, porque lavarla, tenderla, no digamos plancharla, está más allá de lo accesible a todo instante?

¿Podéis distraeros leyendo esos libros que adornan vuestras librerías, escuchando esa música a elegir entre vuestra selección de CDs, gozando de los vídeos y películas acumulados en vuestras estanterías, o simplemente encendiendo el televisor y su menú a la carta? ¿Les faltan juguetes a vuestros hijos o herramientas a los aficionados al bricolaje?

¿También ahí vuestra vida de hogar se reduce a una choza insalubre de única estancia, con alguna apariencia de tabique para separar del “gran salón” uno  o dos lúgubres “dormitorios” o un mínimo espacio “de intimidad”?

¿Habéis tenido que conformaros con comer sólo arroz hervido y mandioca, quizás alubias y patatas con algo de verdura, y puede que alguna vez a la semana un poco de carne o de pescado?

¿Necesitáis salir al exterior y buscar el punto de suministro de agua, ciertamente no más lejano de 500 metros, para poder tener no agua potable (ésa hay que comprarla), sino la indispensable para lavaros las manos o la cara?

¿Se os han terminado ya los pañuelos y servilletas desechables, el papel higiénico, el jabón o los pañales?

¿Habéis de ausentaros de casa para buscar el pozo ciego y la letrina cada vez que necesitáis palparos como humanos?

Y cuando llueve, ¿tenéis paraguas, chubasqueros, impermeables y botas para resguardaros?  ¿O seguís caminando sonriendo, empapados y en el barro, sin necesitar ducharos al llegar a casa?

¿Podéis descolgar el teléfono y marcar el número que os atiende, por mucho que la ansiedad de tantos colapse las líneas y nos neguemos a comprender la necesaria espera?

¿Os impacientáis de estar encerrados, porque así parece que os han arrebatado todos vuestros derechos, limitado vuestros legítimos deseos, coartado el ejercicio de vuestra libertad, impuesto algo no querido?  ¿Es que sin eso seríais, de verdad, responsables y solidarios?

Sí, aquí en el Congo el confinamiento “en casa” es imposible e impensable, porque ya podéis imaginar “la casa”… Sin embargo no creo que sea algo envidiable… aunque lo trágico es que también hasta aquí llega el contagio, y aquí las líneas no se van a colapsar…

Por |2020-03-19T16:53:36+01:00marzo 19th, 2020|Artículos, General, Reflexión actualidad|1 comentario

Un comentario

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