Confesamos que el Señor, nuestro Dios es justo
y a nosotros nos abruma hoy la vergüenza:
a los judíos y vecinos de Jerusalén,
a nuestros reyes y gobernantes,
a nuestros sacerdotes y profetas
y a nuestros padres;
porque pecamos contra el Señor no haciéndole caso,
desobedecimos al Señor, nuestro Dios,
no siguiendo los mandatos que el Señor nos había dado…
Escucha, Señor, nuestras oraciones y súplicas,
líbranos por tu honor,
haz que ganemos el favor de los que nos deportaron;
para que conozca todo el mundo
que tú eres el Señor, nuestro Dios,
que has dado tu nombre a Israel y su descendencia.
Mira, Señor, desde tu santa morada
y fíjate en nosotros;
inclina, Señor, tu oído y escucha;
abre los ojos y mira…
Ba 1, 15-2, 17
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