Dios mío, ¡cuánto te amo!
Y, sin embargo,
¡cuánto me gustaría amarte más!
Cuántas veces he llorado de dulzura
al pasar Tú cerca de mí;
y cuántas veces te he sentido lejos.
Puedo decir que eres lo que deseo con más ardor;
pero, al mismo tiempo,
deseo demasiadas cosas fuera de ti.
Tú eres mi Todo
pero yo estoy todavía muy lejos de ser tu nada,
una nada que se abandone a ti sin reservas.
Carlo Carretto
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