MIÉRCOLES DE CENIZA

Somos polvo y ceniza. Cuando uno logra hacer silencio y olvidar los complicados equilibrios de su vida, saturada de prisas, de quejas y protestas, de voces extemporáneas y reclamos publicitarios, de gritos e insultos, de desautorizaciones injustas y condenas maliciosas; cuando nos atrevemos a detenernos un instante en el aquí y ahora de una biografía, la nuestra, plagada de nimiedades y de espejismos, de mediocridad y egocentrismo, entonces es cuando nos apercibimos de lo que somos, de quiénes somos, y necesitamos caer de nuestro pedestal y callar; confesar amargamente en silencio que somos polvo y ceniza.

Tal vez no hemos dejado que la sal se vuelva completamente sosa, ni que el candil llegue a apagarse; pero, ha perdido tanto sabor… su luz es tan débil… Polvo y ceniza hemos consentido en hacer con nuestra vida, huesos secos, como en aquel valle del profeta…

Pero es del polvo y ceniza nuestros de donde el Espíritu  de Dios nos hace levantarnos, es ahí donde insufla su aliento desde los cuatro vientos para que rescatemos la vida, la que nos regala, como luz que alumbre y fuego que arda.

Polvo y ceniza que marquen en nuestras frentes el sello del ungido, del testigo de la vida; polvo y ceniza hechos así llamada a convertirnos en ejército invencible de Aquél que habla de perdón y de alegría, del gozo de la misericordia y de lo incomprensible de la vida.

Polvo y ceniza como signo de nuestra miseria y pequeñez, pero también de nuestra humildad y nuestra voluntaria entrega; polvo y ceniza como expresión de nuestra única ambición: no crecer en aprecio y estima, no cotizar en los mercados de valores ni acudir a las subastas del éxito y de la moda, sino servir sin pretensiones en los terrenos del prójimo, en los escenarios silenciados u ocultos, en los entornos despreciados o  maliciosamente ignorados… polvo y ceniza como expresión de un viacrucis y una cruz que abren un hiato infinito y conmocionan todavía hoy al mundo.

Polvo y ceniza por lucidez y por coherencia: porque no quiero esconder mi culpa, ni pretendo disimular mis errores; y porque sé que la perspectiva cristiana mira al calvario sin miedo y sin falsas ilusiones. Sólo el polvo y ceniza puede reconciliarnos, porque es él el que nos reintegra en el discipulado.

Por |2019-03-05T23:11:44+01:00marzo 5th, 2019|General|1 comentario

Un comentario

  1. Xavi 7 marzo, 2019 en 06:24 - Responder

    Gràcies per aquesta possibilitat que ens convoca a parar uns moments en les nostres atrafegades, i massa vegades desorientades vides, per reprendre camins marcats per la utopia.

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